La bronca por la gravedad y la persistencia de los problemas que acucian el diario vivir han encontrado foco responsable casi exclusivo en los políticos. Similar a lo sucedido en el año 2001, indignados y numerosos ciudadanos levantan la voz clamando “ que se vayan todos”. En muchos otros ha fructificado la definición de Milei” La Casta”, denunciando que los políticos pertenecen a una clase superior privilegiada.
Es real que la mayor responsabilidad en el ejercicio de la función pública y sus efectos,negativos o positivos, recae en los políticos. Dadas las calamidades que sufre el pueblo, prolongadas durante tanto tiempo, el enojo y la frustración resultan lógicos. Las consecuencias del mal accionar de los políticos lo sufren directamente los ciudadanos.
No obstante lo antedicho, resulta necesario reflexionar sobre la imprescindible presencia de los políticos en nuestra democracia.
Político: para la RAE es; Dicho de una persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado.
En la Democracia Representativa el pueblo delega su poder mediante el voto en los políticos que elige.
Sin políticos no hay democracia representativa. Sin ella quedan los diversos regímenes autoritarios o la democracia directa deliberativa, sistemas no recomendables.
Partiendo de la premisa señalada: los políticos nos representan en nuestra democracia, debemos encontrar la forma y el método de conseguir mejores políticos y tener poder de control sobre ellos.
Negándolos, agraviándolos o queriendo prescindir de ellos, debilitamos nuestro sistema democrático.
Propongamos ideas de conseguir mejores y probos servidores públicos.
1) Instituciones que empoderen a los ciudadanos: se debe bregar con convicción y persistencia en instaurar la revocatoria de mandatos que posibilitaría el alejamiento de políticos inútiles o no probos.
La consulta popular vinculante brinda a la ciudadanía la posibilidad de instalar o revocar temas de su interés.
Ambas instituciones otorgan control ciudadano sobre el accionar político y permiten ampliar su participación en el ejercicio democrático. Resulta prioritario conseguirlas. Se pueden demandar a las futuras autoridades en la cercana campaña electoral.
2) Cursus honorum: esta institución va a contramano de lo que numerosos argentinos opinan sobre la permanencia mucho tiempo de los dirigentes públicos en los diferentes cargos que ejercen. “ Se perpetuan viviendo del Estado, de nuestros impuestos y nunca tuvieron incursión en la actividad privada” afirman sostenidamente.
Cursus honorum, institución implementada en Roma en tiempos de la República , presupone un orden secuencial de la ocupación de los cargos públicos y las condiciones necesarias para desempeñarlos.
Extrapolado al tiempo actual, un político comenzaría su carrera de honores como concejal y sucesivamente, si sus condiciones lo merituaban ,podría continuar siendo intendente, diputado, senador, gobernador y hasta presidente, incluso ejercer también diferentes cargos públicos. Una verdadera carrera política, priorizando vocación de servicio, calidad de gestión, experiencia acumulada y probidad demostrada.
Es cierto que esta situación no es la que prevalece en numerosos casos. Amiguismo, practicidad especulativa, vínculos más que calidades profesionales predominan para ocupar espacios de gestión pública.
Es conveniente y necesario optar por los políticos que mejor adoptan y ejercen las cualidades de quien sirve a la comunidad y recorren con eficacia y honor el cursus honorum.
Si la sociedad rechaza y engloba a todos los políticos en un conjunto desechable, se queda sin representantes en quien delegar su poder y deja vacía y en peligro la democracia representativa.
Ciudadanos demandantes, atentos y empoderados y políticos servidores, honestos y eficaces asoma como la combinación necesaria ineludible y lógica para comenzar la reconstrucción del país devastado.