Dos años pasaron del comienzo del “ caso Bento”. Por unanimidad, el Consejo de la Magistratura votó la suspensión del juez federal de Mendoza y lo acusó por mal desempeño de sus funciones por lo que dispuso iniciarle juicio político para removerlo de su cargo.
En paralelo, Bento afronta un juicio penal con ocho procesamientos y con pedido de prisión preventiva. Se le imputan los delitos de asociación ilícita en concurso real con el delito de cohecho pasivo en calidad de autor, enriquecimiento ilícito, en concurso real con el delito de lavado de activos de origen delictivo, prevaricato, falsedad ideológica y abuso de autoridad en calidad de autor.
El caso del juez Walter Bento es una representación cabal del deterioro, impunidad, complicidad de algunos actores y debilidad ética en que se desenvuelve una porción de la Justicia en Argentina.
Bento, a través de su cargo y sus vínculos, introdujo a toda su familia en el Poder Judicial. Dos de sus hijos abogados trabajaban en diferentes cargos de la jurisdicción federal de Mendoza y su esposa, en la función administrativa, estaba vinculada al juzgado del juez suspendido y en condiciones de privilegio laboral. Negocios de familia.
Fue de tal nivel la conducta delictual de Bento, que impune, torpe e irresponsablemente, involucró a todos los integrantes de su familia, excluyendo sólo a un hijo con capacidades diferentes, en su raid delictivo. Sus hijos Nahuel y Luciano están procesados y Nahuel exonerado de su cargo por la Cámara Federal de Mendoza. Su esposa Marta Boiza igualmente está procesada. Todo valía para Bento, aún comprometiendo a su familia.
Cuando salió la conducta desviada a la luz, comenzó una serie, confusa, prolongada e intrincada red de acciones, declaraciones, picardías y complicidades con el fin de “ salvar a Bento a toda costa”.
Las miserias del sistema judicial, de miembros del Consejo de la Magistratura, de actores influyentes y con poder y el silencio de muchos dirigentes políticos, estuvieron presentes por acción u omisión, en estos dos largos años.
El primer paso del vodevil judicial montado por el magistrado suspendido, fue la temprana actuación del televisivo abogado Mariano Cúneo Libarona, a cargo de la defensa.
Declaró sin ambages que “ Mendoza judicialmente se asemejaba al Far West americano”. Justamente él, un fatigador incansable de Comodoro Py e invitado a cumpleaños y reuniones públicas y privadas de los jueces del famoso edificio tribunalicio. Impoluto e inocente abogado penalista de la ciudad de Buenos Aires. Triste favor le hizo a Bento.
Las mentiras, desviaciones, agravios, amenazas y trapisondas que llevó a cabo el juez federal durante todo el trámite procesal fueron impensadas e inauditas para alguién de su investidura.
Tuvo la colaboración temprana y cercana de políticos y consejeros kirchneristas que contribuyeron en la dilación de la investigación judicial y en las actuaciones del Consejo de la Magistratura.
El juez fue apadrinado desde sus inicios por dos personajes importantes, uno político y ya fallecido y la otra jueza actualmente en ejercicio de sus funciones.
Juan Carlos Mazzón, occiso, fue el impulsor principal para que Bento llegara a la Justicia Federal durante el gobierno de Néstor Kirchner en el año 2005. El favor fue agradecido con extrema lealtad. La madrina judicial, desde sus inicios, fue la jueza María Servini. Comparten la misma pasión en coleccionar búhos de todo tamaño y tipo de material.En estas últimas instancias en el Consejo, se mencionó con insistencia y por varios medios, la presunta presión de Servini en favor del magistrado, finalmente suspendido.
En el medio, consejeros Kirchneristas como Rodolfo Tailhade, Vanesa Siley, el juez y consejero Alberto Lugones, entre otros, fueron funcionales a la prolongación del tiempo para abordar una resolución final. Fue en vano, el tiempo llegó y la elevación a juicio político y la suspensión en el cargo fue la resolución inevitable.
Resultó llamativo y sorprendente el silencio público casi total de la clase política mendocina en relación al caso. Por la contraria, cuando se dieron a conocer los llamados telefónicos del magistrado, demasiados funcionarios políticos y judiciales de la provincia, algunos de alta investidura intercambiaron con Bento. En privado, si.
Lo que en los ámbitos tribunalicios, políticos y del círculo informado se conocía y hablaba en voz no muy elevada, en donde era importante se actuara, silencio total y cuasi complicidad. Hasta que un asesinato mafioso fue el disparador que dejó al juez en descubierto.
Bento y su familia tienen un patrimonio, con distintas propiedades, una no declarada en Miami, autos de alta gama y un modo de vida, con viajes frecuentes al exterior, Miami, Las Vegas y Disneyworld preferentemente, no condicentes con sus ingresos declarados.
El proceso ha arribado a su instancia final, ahora sí con Bento fuera de su cargo. Restan el veredicto final en el juicio político y el juicio oral del próximo mes de julio.