Con habitualidad se refiere a la grieta como uno de los mayores males que han sumido al país en la decadencia permanente y llevado a millones de compatriotas a transitar una vida de privaciones, dolor y frustraciones.
Jorge Lanata con su agudeza y buen ojo avizor, instaló el término grieta, señalando las múltiples y variadas diferencias en la vida diaria de los argentinos, imposibles de superar y que anulan toda posibilidad de diálogo e intento de solución de problemas y conflictos latentes y paralizantes.
El que piensa distinto es enemigo y no distinto o adversario.
Los derechos humanos son propiedad exclusiva de una progresía de izquierda retrógrada y sectaria y de grupos determinados, como los pañuelos verdes o las agrupaciones militantes de diversidad de género, los pueblos originarios, los pertenecientes a la generación diezmada o los sostenedores del idioma inclusivo.
Se suman los miles de ciudadanos englobados en los movimientos sociales, agrupaciones que bajo el “loable propósito de acojerlos y ampararlos”, los movilizan a su antojo, servicio e intereses, consiguiéndoles por su prestación, mendrugos, que sólo les permiten sobrevivir.
El populismo y la izquierda dura son los propietarios ideológicos y políticos de este colectivo, aparentemente progresista y exclusivo detentor y defensor de los derechos humanos.
Le prestan soporte, intelectuales que atrasan, aparentes progres desvariados, inocentes idiotas útiles y los más vivos y aprovechados.
Éstos son los que bajo el lema de nacional y popular y con la clara intención del “vamos por todo” y la instalación de un Partido Único, se han apropiado de las instituciones, colonizado una porción importante de la Justicia, degradada la educación para multiplicar ignorantes manejables sin voluntad propia y feudalizado muchas provincias, sumiendo en carencias básicas a millones de argentinos, convertidos en dependientes y vacíos de dignidad.
En paralelo han dejado avanzar el narco y las mafias dominantes.
Acompañan ingenuos, prebendarios, empresarios todo servicio y una gran masa de militantes acomodados en el Estado Leviatán, acopiador compulsivo de impuestos e inútil a todo servicio.
Con estos actores y este modelo de sociedad, DEBE EXISTIR GRIETA.
Son absolutamente incompatibles la democracia representativa republicana con el régimen de Partido Único dominante, controlador de casi todo, en especial las cajas, patrocinadores del “pobrismo” y regentes de todo el sistema clientelar.
Los republicanos deben asumir que abandonaron la batalla cultural, permitiendo el vasallaje y la opresión democrática, bajo la apariencia de lo nacional y popular.
De lo expuesto surge la grieta que si debe existir.
Es imprescindible valorizar las ideas de República, libertad responsable, mérito sin privilegios y vida digna con posibilidades ciertas de mejora individual con espíritu solidario. Valorizar y exigir la presencia de un Estado útil, no asfixiante, inmenso, ausente y guarida de vivos y adocenados, como el actual.
Argentina tiene grandes posibilidades de mejorar la situación en que se encuentran la mayoría de sus ciudadanos. Los ciudadanos republicanos no deben abandonar su responsabilidad.
No hay que vacilar y definir la VERDADERA GRIETA paralizante. Existe y hay que superarla.