Industrias metalúrgicas Pescarmona era un orgullo provincial y nacional. Sus orígenes se remontan al año 1907, cuando Enrique Epaminondas Pescarmona, abuelo de Enrique, funda sus talleres metalúrgicos. Proveía repuestos a las grandes máquinas y fabricaba compuertas para el riego en el ámbito vitivinícola.
Luis Menotti Pescarmona, hijo de Enrique Epaminondas, agrega su impronta y la hace crecer, para en los años 70 tener un gran desarrollo tecnológico, liderando un proceso innovador en generación hidroeléctrica. A partir de esos años se fortalece en el ámbito energético.
Con el liderazgo de Enrique, Impsa, se incorpora al mundo globalizado y también con su unidad de negocios Wind, desarrolla aerogeneradores( molinos de viento) y se introduce en el mundo de la energía eólica.
Enrique, emprendedor nato, ingeniero recibido en San Juan y con una maestría en economía, inteligente, arriesgado y con vocación y voluntad férreas de trabajo, es el que le da impulso trasnacional a la empresa.
Las dificultades y desventuras económicas constantes de Argentina, acompañadas de la expansión internacional de Impsa, lo que exigía alto nivel de competitividad, endeudarse en dólares y cruzarse con los gigantes del mundo, pusieron en problemas a la gran empresa.
A ello hay que sumarle errores propios de Enrique, un trato no equitativo en Argentina en relación a competidores en grandes obras nacionales y su fallida incursión en la Venezuela de Chavez y también en Brasil.
El cúmulo de problemas señalados significaron el comienzo del fin.
Una gran e innovadora empresa mendocina, no pudo solventar sus deudas, ni regularizar su paso por Venezuela y Brasil. Simultáneamente e impensadamente, comenzó a incumplir sus compromisos en Argentina.
Acudiendo a todos los instrumentos técnicos para aliviar su situación, en el año 2020 logró reprogramar su deuda de más de 500 millones de dólares, mediante una APE, Acuerdo Preventivo Extrajudicial y emitió acciones de capitalización. La suerte estaba echada. La familia Pescarmona retuvo sólo el 5,3% de la empresa.
EL Estado nacional, aportando 15 millones de dólares accedió al 63,7% de la firma, mientras que la provincia de Mendoza, sumando 5 millones de U$ se quedaría con el 21,2%. El 9,8% restante quedó en manos de los bancos acreedores.
A partir de allí, el devenir diario fue mantener a Impsa de pie, con el fin de conservar sus puestos de trabajo y tratar de enderezar su rumbo.
Se le otorgaron privilegios para que tenga obras de importancia, como el fallido proyecto Portezuelo del Viento, y recientemente el ministro de economía de Mendoza, adelantó el mismo trato para el proyecto de construcción del dique El Baqueano. Ventajas extraordinarias y únicas.
El mes de junio pasado, Mendoza anunció su intención de desprenderse de su porcentaje accionario, mediante el proceso de oferta pública de acciones.”Se ha cumplido con el propósito inicial estipulado desde el primer día de ingreso, señaló Enrique Vaquié, ministro de Economía provincial”. Se habrían cumplido todos los puntos para salir de la empresa.
No parece tan claro lo apuntado por Vaquié. IMPSA no ha recuperado todavía competitividad internacional. La imposibilidad de acudir a financiación limita esa opción.
Una alternativa a evaluar sería el de ofrecer el control de la empresa, mediante la salida de ella, no sólo de Mendoza, sino también del Estado nacional. Si las condiciones actuales de la compañía, son favorables, como menciona Vaquié, podrían ser varios los interesados en quedarse con IMPSA.
Por impulso de Vaquié, con la colaboración de ex ejecutivos de Impsa, Mendoza ha constituido numerosas sociedades anónimas estatales, además de su participación en IMPSA. Emesa, Potasio Río Colorado, Mendoza Hidroeléctrica, Impulsa Mendoza integran el lote. Hasta ahora no han dado señales de favorecer las inversiones en energía y minería. Extraño ímpetu estatizador en una Mendoza con escaso protagonismo económico.
La compañía emblema de la provincia, en manos de una empresa competente, podría continuar asentada en Mendoza y los puestos de trabajo mantenidos e incluso posiblemente aumentados. Manos privadas expertas buscarían nuevos mercados y es factible aumentaran la inversión para dotarla de los últimos avances tecnológicos.
Podría volver a ser la empresa señera y orgullo de Mendoza, que impulsó Enrique Pescarmona, aunque pese a sus múltiples intentos no pudo evitar su caída. Dificultades exógenas, destrato del gobierno nacional y errores propios, terminaron en su caída.
Hay que hacer lo posible por levantarla. El camino estatal no parece el más adecuado, por lo menos hasta el presente.