Causaron zozobra y extrema preocupación las amenazas de saqueos a supermercados en Las Heras, Mendoza, el asalto y destrucción a dos carnicerías en el mismo lugar, y hechos similares sucedidos en Río Cuarto y Neuquén.
La memoria retrotrajo a las infaustas jornadas del año 2001. Más en el caso mendocino. Fue Las Heras el lugar de inicio propagado por el país.
Hubo prevención y custodia en los super ubicados en zonas conflictivas y se detuvo a asaltantes y agitadores de violencia por medio de WS. Delincuentes montados y aprovechadores de la dura realidad.
El problema no es diferenciar si se produjeron saqueos o fue el accionar espontáneo o fogoneado de bandas armadas violentas.
Más importante es definir las causas que podrían ser provocadoras. Serían el motor y grave de los hechos violentos.
1) Inflación asfixiante, pobreza arriba del 40% e indigencia rondando el 10%. Estos índices negativos no son motivo directo de saqueo, robo en banda o violencia colectiva. Sí generan tensión social que alientan a agitadores y antisociales a incitar al caos y a conductas desesperadas.
Comentan propietarios de supermercados y hasta de almacenes de barrio de mayor tamaño, que diariamente se encuentran con salames u otros chasinados comidos o mordidos, al igual que panes, galletas y dulces. Esto es manifestación de hambre y no de robo.
Causa dolor observar como salames y hasta salamines tienen los botones de alarma para evitar su sustracción.
Con celeridad se debe encauzar la economía para disminuir esos alarmantes índices.
2) Falta de empleo y salarios muy bajos: millones de ciudadanos no consiguen empleo, otros viven de changas ocasionales y muchos de los que tienen trabajo obtienen una remuneración de valor limitado y que se deprecia velozmente. Se suma la falta de vivienda digna y el hecho de ausencia de cloacas y hasta de agua potable. Niños y jóvenes que no estudian y que han visto a padres y hasta abuelos no tener trabajo estable. Caldo de cultivo para la desesperación y para incitar a lo incorrecto.
Podemos señalar las imágenes que surgen de las redes sociales y de la TV, de vecinos apropiándose de carne vacuna, pollos o bebidas gaseosas cuando vuelcan camiones transportadores de esos productos. No son delincuentes, son necesitados que han abandonados los límites para una vida social en paz.
3) Aumento desmedido de asistencialismo permanente y pérdida de la dignidad: la crisis económica y social profundizándose y la asistencia del Estado en aumento permanente para paliarla, sin dar respuesta a la falta de trabajo y proveer una calma económica, terminan siendo funcionales a los escenarios de conflicto. Años de vivir sin trabajar y recibiendo aportes insuficientes, adormecen el espíritu laborioso y alientan al abandono personal.
Este cuadro se agravó con el manejo de la ayuda por parte de las organizaciones sociales y no por el aporte directo del Estado. Los jefes de esas agrupaciones, en muchos casos, usan a hombres, mujeres y hasta niños de rehenes de sus intereses personales. Les quitan dignidad y los obligan a marchar y manifestarse aún contra su propia voluntad. Presos de inescrupulosos y de un Estado inútil que actúa, en varias ocasiones, como socio del desvarío generalizado.
4) Promoción de políticas garantistas y permisividad al delito el populismo garantista ha llevado al extremo la permisividad delincuencial. No se debe alentar la represión, pero si asegurar prevención y un castigo justo en el marco de un derecho penal democrático. Liberar indiscriminadamente presos peligrosos, estar junto a los victimarios desatendiendo a las víctimas han hechado leña al fuego a una situación social preocupante.
5) Aumento del narcotráfico y ausencia de prevención y ayuda a las víctimas del consumo: El Estado ha dejado librados a su suerte a quienes sufren de drogadicción. En simultáneo las mafias del narco controlan territorios, y cooptan miembros de las fuerzas de seguridas y hasta integrantes de la Justicia. Hay zonas liberadas al antojo y deseo de las bandas.
La enumeración de todas estas situaciones negativas, angustiantes y permisivas por las que atraviesan millones de argentinos, y no están todas enumeradas, crean un ámbito de vida social que es el marco que aprovechan delincuentes y agitadores sociales para cometer desmanes e incitar a ciudadanos a sumarse.
Urge encaminar el rumbo hacia una sociedad donde haya trabajo bien remunerado, posibilidad de crecimiento, aliento a estudiar para mejorar y proyectarse al futuro, acceso a vivienda digna o a crédito para obtenerla y aplicación de la ley para delincuentes y promotores del delito y la agitación y el caos social.
El saqueo o el accionar de bandas alentadas son en muchas ocasiones la consecuencia y no la causa.La causa es el aumento del delito, la permisividad garantista in extremis y el continuo deterioro del cuerpo social por políticas populistas que han roto el pacto de convivencia en paz.