Era una deuda pendiente. Amigos, compañeros de trabajo y fundamentalmente mi padre me habían recomendado con énfasis que conociera Planta Uno. Con un grupo de ellos este viernes fue el día.
Mendoza tiene esas cosas que nos mueven algo interior, nos movilizan y nos trasmiten energía y fuerza. Planta Uno es una de ellas y en varios sentidos. Pero tiene algo más, nostalgia y añoranzas. Más para alguien como yo, que a través de los dichos de mi padre llegó al nuevo emprendimiento con el acervo de su detallado relato.
Arribados, el primer impacto fue agradable y conveniente. Inmensa playa de estacionamiento que posibilitó estacionar con facilidad y espacio amplio el vehículo. Comodidad de llegada asegurada y con guardia de custodia.
El proyecto de Planta Uno fue asentado en el inmueble originario, donde en el año 1907 Enrique Epaminondas Pescarmona funda sus talleres metalúrgicos. 116 años de historia y las viejas naves industriales reconvertidas. A Epaminondas lo continuó Luis Menotti y luego su hijo Enrique hasta 2015.
Se luce la nave 4 con sus vigas originales de fundición y la exhibición del puente grúa, que sabe quiénes y cuantos habrán visto y cuantos miles de kilos soportó.
Sigamos en el presente. La Planta luce esplendorosa, manteniendo elementos y materiales de antaño, otros reconvertidos y a su vez incorporando modernidad de manera equilibrada. Servicios de gastronomía, de nivel superior a la media de los grandes centros comerciales, mercado de frescos, espacio de coworking de 500 metros cuadrados, salón de belleza coexisten con paisajismo autóctono y plantas de interior. Pasado, presente y futuro aunados.
Para el futuro anuncian construcción de viviendas, oficinas en la nave 4 y un espacio para gimnasio y las tan de moda canchas de padle. Crecimiento prometido.
La noche se extendió enmarcada en una conversación amena y la sensación de satisfacción por el nuevo entorno conocido y la afirmación que pese al aciago tránsito económico y social que atraviesa el país, Planta Uno es un hito de que hoy existen posibilidades y espíritu emprendedor, pese a la adversidad.
El proyecto lo lideró Sofía, hija de Enrique. Genes de emprendedora. La arquitecta Valentina Monteverdi, de familia de constructores, estuvo a cargo de la obra. Mano femenina impulsora de un cambio notable.
Remembranzas a mercados europeos, un toque de sectores de Puerto Madero y un viaje a los docks de New York se entrelazan en la experiencia Planta Uno.
Al día siguiente comenté mi experiencia y sensaciones con mi padre que me había alentado a visitar el nuevo emprendimiento. Con entusiasmo intercambiamos pareceres hasta puntualizando detalles.
Un momento, un instante en la conversación, cambió el curso de la misma.
La nostalgia se adueño de nosotros, impulsada por papá.” Es Planta Uno un hecho concreto de una Mendoza que mutó”, Servicios reemplazan a tecnología de punta industrial.
”Al caer Impsa cayó una parte de Mendoza”. Sus palabras calaron hondo. Una empresa emblemática, de nivel internacional, no pudo soportar la turbulencia económica severa y constante del país, el introducirse en la competitiva y cruel economía global y la toma de decisiones inapropiadas e incorrectas, principalmente en Venezuela. La experiencia en Brasil también negativa, contribuyó a agravar la situación.
Impsa está hoy en manos del Estado Nacional, del provincial y de sus acreedores. Sobreviviendo.
Hice un esfuerzo por salir de la pesada nostalgia que opacaba un presente distinto. Concluimos con mirada y espíritu positivo. No hay industria pesada ni tecnología de punta en Planta Uno, pero hay un bello emprendimiento de servicios, también de nivel internacional y sustentado en gran parte en el boom del turismo y sus colaterales que lideran el producto bruto geográfico de la provincia.
Felicitaciones y bienvenida Planta Uno. Del ruido de máquinas, grúas y tornos al sonido de mucha gente disfrutando. Nuevos tiempos.
Belén Sanchez