Restando dos semanas para que Mendoza elija quién será su nuevo gobernador; en una campaña de nivel mediocre y atravesada por el impacto que significó Javier Milei en la provincia por la Paso nacional, se puede arriesgar en el escenario existente, conclusiones certeras y aventurar necesidades ineludibles a afrontar.
1) No habrá control mayoritario del poder legislativo: esta es buena noticia para el sistema democrático porque requiere de diálogo y consensos inteligentes, debe ser llevado adelante con convicción y responsabilidad. Sin chicanas, golpes bajos innecesarios ni conveniencias políticas partidarias o parciales, que demoren o imposibiliten la toma de decisiones. Mendoza no está para que no se privilegie el interés general. Diputados y senadores estarán expuestos a la mirada escrutadora del pueblo. Necesariamente deben estar a la altura.
2) Cambio de época: el período presente dejó en evidencia que el sistema tradicional de reparto de poder, está en proceso de mutación. Los partidos tradicionales UCR o PJ, en forma individual o al frente de coaliciones son acompañados por dos “ invitados no conocidos”.
El primero es La Unión Mendocina, alianza conformada recientemente y en forma apresurada con un liderazgo único y determinante. Por lo que reflejaron las Paso provinciales y lo que señalan encuestas y sobre todo el clima preelectoral, no vino para ser la tercera fuerza, como lo fueran la izquierda en algún momento, el partido Fiscal, Protectora o el partido Verde, todos diluidos o desaparecidos.
Se postula como aspirante al poder y engloba a expresiones e ideas variopintas e incluso difíciles de conciliar. En seis meses se hizo competitiva! Para analizar.
El segundo invitado no es saludable para el sistema democrático: el alto número de ciudadanos que se ausentaron de las urnas. Enojados, frustrados, cansados, decepcionados, sin motivación o esperanza. Sociólogos y cientistas políticos deben estudiar y encontrar las causas por las que tantos mendocinos renunciaron a ejercer su propio poder. Malo y perturbador para el sistema democrático. Señores políticos tomen nota de tamaña deserción, algo los increpa.
3) La caída del Partido Justicialista: quedó claramente expresado en las dos últimas elecciones provinciales. La gestión al frente del ejecutivo de Celso Jaque, pero fundamentalmente la de Francisco Perez, calaron hondo en en los mendocinos y provocaron el abandono en el acompañamiento con el voto a sus candidatos a la gobernación. Esta próxima cita parece profundizar el apartamiento.
Dos causas aparecen como las fundamentales en la caída peronista: 1) la deficiente gestión cuando estuvieron al frente de los asuntos públicos y 2) el rechazo mayoritario del mendocino medio al kirchnerismo y a La Cámpora. Víctima directa, Anabel Fernández Sagasti, que forzada y por prudencia se apartó del tablero electoral. Lo mismo no parece alcanzar, porque lucen escasas las perspectivas electorales. Podría ser la peor elección en los últimos 40 años del peronismo.
Posibilidad de reconstrucción: dentro de la negatividad, el peronismo tiene algunas señales positivas. En las elecciones departamentales triunfaron sus candidatos. Interesante poner el foco en Maipú y San Rafael y subsidiariamente, por la importancia de los departamentos, en Tunuyán y Lavalle. De ahí podría emerger quien lidere la reconstrucción.
Aparece en primer término Matías Stevanato por la contundencia de su triunfo y la trascendencia de Maipú, el departamento de mayor crecimiento poblacional. Pero debe en primera instancia decidir y alejarse de su tendencia dubitativa que lo acompaña desde 2015, cuando estuvo a metros de de sumarse a Cambiemos. Las dudas persisten en relación a la Unión Mendocina. Coqueteo histérico.
Los Félix reinan en el Sur, pero es su límite. Ya fracasó el intento de Omar cuando se radicó en Mendoza con la intención de construir poder provincial. Frustrado, retornó a San Rafael. Quedan Aveiro y Righi, aunque necesitan mayor musculatura.
La tarea luce difícil y compleja.
4) ineludible: el nuevo gobernador no podrá apartarse, por el estado general actual de la provincia y por como quedaría el mapa político,de un sino inevitable. Impronta diferente en el manejo del poder y búsqueda de los más eficaces y eficientes acompañantes para la gestión diaria.
El ejercicio del poder no podrá ser al estilo patrón de estancia o de imposición sin ningún matiz. Obviamente el gobernador es la máxima autoridad y eso debe quedar plasmado en su accionar y sin dudas. Pero esta nueva situación requiere acuerdos inteligentes, alejados de una postura caudillista o de decisión imperativa. Deberá afrontar los temas postergados y puestos en pausa por Rodolfo Suarez. El voto del pueblo en las Paso lo demandó.
Los colaboradores más importantes del gobernador electo son claves y fundamentales. Los más preparados, con mayor vocación de servicio, probos y con ideas modernas y antecedentes garantizados de eficacia y eficiencia, serían los acompañantes necesarios y convenientes para la nueva administración. No alcanza con militantes fieles y tradicionales o los de siempre, reciclados o cambiados de lugar.
No significa desechar todo, pero quienes ya estuvieron y no lo hicieron a altura de las necesidades no deben continuar.
La tarea próxima es ardua y parte de un país precario económicamente y con grieta profunda en demasía en lo institucional y en el ánimo colectivo y de una Mendoza, lamentablemente empobrecida y no a la altura de lo que puede y debe ser. Puede y debe ponerse en marcha. Tarea del nuevo gobernador.
Joaquín Del Tirso