Es un sopor abrumador y cansador reiterar los principios básicos de la República Democrática Representativa que rige en nuestro país. En paralelo a la división de poderes debe coexistir una constante vocación e intención de buscar consensos mediante el diálogo y en busca del interés colectivo y el bien común.
Dado la tragedia que atraviesa el país, el fuerte sesgo presidencialista del sistema político nacional, la fragmentación parlamentaria y la inmensa grieta que viene azotando la realidad hace tanto tiempo, el diálogo y la búsqueda de consensos son de extrema necesidad y urgencia.
Transitamos desgraciada y dramáticamente el camino inverso. La cuerda se tensa peligrosa e innecesariamente.
La responsabilidad conciliadora y acuerdista mayor reside en el presidente Javier Milei y en instancia inmediata en los representantes parlamentarios. Es el único camino.
El sistema electoral nacional hizo que el presidente en primera vuelta obtuviera el 30% de votos con la consiguiente cantidad de diputados y senadores nacionales. Insuficientes y que obligan a mayor capacidad y responsabilidad en busca de acuerdos.
En el ballotage 56% de adhesión consiguió Javier Milei. Fuerte y a tener muy en cuenta por todos los congresales. Adhesión importante a la propuesta de cambio.
Dos situaciones disímiles; disminuida representación parlamentaria y adhesión mayoritaria a la idea de cambio propuesta por el presidente. Implementar el cambio votado con escasa representación legislativa, requiere de inteligencia, prudencia y logro de consensos indispensables. Esto debe lograrse en medio de la grieta paralizante y dañina que hace años agrava nuestros males.
Este escenario y sus consecuencias en el ejercicio diario de la gestión pública nos están introduciendo en un clima de confrontación innecesario y peligroso.
A la fragmentación, inexperiencia de varios actores, la inentendible continuidad de funcionarios massistas en cargos públicos, la falta de nombramiento de funcionarios en cargos vacantes, la inexplicable aparición de Daniel Scioli en un cargo de importancia, se suman la aparente falta de honrar lo comprometido por algunos diputados y la ira extremista del presidente.
Imprudentes y hasta irresponsables aparecen frente al dramatismo real las expresiones extremas y hasta agraviantes proferidas desde todos los frentes, como la toma de decisiones “en contra y no a favor”. Todo lo opuesto a lo necesario.
A Javier Milei, le agrade o no, le corresponde gobernar con un Congreso en el que no tiene mayoría. Es su sino inmodificable y lo tiene que asumir y llevar adelante. Los representantes del pueblo también deben tener en consideración prioritaria la voluntad de sus mandantes; el cambio. No pueden obviar el mandato popular. Ambos deben ser prudentes y responsables.
Este es el desafío y la realidad en que debe desenvolverse el devenir diario del accionar de los funcionarios públicos, electos o designados por el presidente y en medio de la tragedia presente. No hay espacio ni lugar para profundizar la grieta, extremar posiciones y aumentar las dificultades.
Dilema: definición según la Rae: situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas.
Se está optando por las malas y es de extrema necesidad y urgencia avocarse a las buenas. Háganlo con presteza, el tiempo y la realidad apremian. Hay 10% de indigentes y alrededor de 45% de pobres.¿La ven?