A la semana de comenzada la gestión del presidente Milei ya se hacían sentir las voces de los fanáticos e inefables kirchneristas de siempre. No sólo críticos implacables, sino con claras palabras e incitaciones golpístas. No preparaban y ponían a punto el helicóptero al que son tan afectos, sino prendían los motores y ajustaban los cinturones en espera inminente del pasajero deseado.
A continuación, también apresuradamente, pero sin las indeseadas y gravísimas intenciones golpistas, especialmente comunicadores no K y determinados actores políticos y privados, de trascendencia pública con sus opiniones, también mostraron una crítica y urgencia en sus opiniones y requerimientos, que en principio lucen algo apresuradas, exagerada y con falta de rigor objetivo imprescindible.
No se trata de ninguna intención de apoyo al oficialismo, ni falta de sensibilidad frente a la cruda realidad, sino sólo el propósito de incluir la mirada y el análisis en el marco dantesco real en el que está ubicado el país.
La Argentina vive una catástrofe en la que fue cayendo sistemáticamente y con fruición durante alrededor de 80 años. Esa es la situación real.
Ese es el punto de partida y la base desde que se debe enfocar el análisis de la realidad, para no lucir apresurados, errados e incluso imprudentes o mal intencionados.
Planteemos algunas consideraciones para validar lo afirmado.
1) La entelequia del Estado nacional y de varios estados provinciales: los desvaríos, algunos mal intencionados, las arbitrariedades, el desmanejo y el fanático dogmatismo populista y autoritario, con el que se han manejado presidentes, gobernadores y legisladores durante tanto tiempo, han recalado en el calamitoso estado en el que devino la Argentina. Una ficción, irrealidad, fantasía o quimera.
Todo concluyó en las cifras de pobreza, indigencia, elevadísima inflación, estancamiento y falta de crecimiento, desinversión, carencia de empleo registrado, aumento del trabajo no registrado y el cuentapropismo. Educación deficiente e incluso ausencia de niños y jóvenes de las aulas, con el agravante de educadores militantes adoctrinadores. Ignorancia en crecimiento constante.
Para muchos ciudadanos enfermarse es sinónimo de peligro de vida por la inmensa crisis de la salud pública y privada, como lo es transitar por diversas zonas del país, a expensas de la delincuencia a sus anchas y de sicarios donde reina el narco.
Enmarca el panorama desolador una justicia burocrática y lenta hasta la exasperación, más la cooptación de numerosos tribunales por magistrados militantes, que en vez de proporcionar equilibrio objetivo en sus sentencias, profesan convicción política subjetiva.
2) La “locura” de las instituciones y curros que atraviesan toda la actividad pública y privada: prácticamente nada queda exento de este flagelo que nos cruza transversalmente durante tanto tiempo. Nos involucra a todos. Funcionarios, políticos, empresarios, dirigentes y argentinos de pie.
“ Detrás de cada necesidad hay un derecho” han proferido con persistencia los populistas de siempre. Errados. “Detrás de cada necesidad hay un curro”. Surgen a borbotones y quedan a la intemperie apenas se mira con interés develador corriendo el velo que oculte y ensombrece.
Detrás de la necesidad de los desvalidos y desamparados surgen nítidos los gerentes de la pobreza y la arbitrariedad del manejo los planes sociales. A voluntad y arbitrio de avivados, favorecidos, delincuentes y militantes de sus propios intereses.
Todo está enmarcado en corrupción que reina y envuelve la vida cotidiana. Desde el “trapito” que te daña el vehículo si no lo retribuís con el monto que desea, hasta los miles de millones de dólares que deparan la mayoría de los “negocios con el Estado”. Todo contaminado.
Fanáticos populistas militantes, periodistas apresurados e incluso aquellos comunicadores “progres que atrasan” han denunciado rápida y estentóreamente la desidia y desinterés del nuevo gobierno en atender las calamidades que atraviesan millones de compatriotas. De desidiosos y crueles los califican.
Datos a considerar: el gobierno nacional aumentó el 100% la AUH y los planes Potenciar trabajo. El doble de la inflación de los meses de diciembre y enero. También anunció la entrega de 70.000 pesos para aliviar la vuelta de 7.000.000 de niños y jóvenes a las aulas. Un aumento del más del 300%. No es valoración favorable ni mucho menos, sino la mínima necesidad de tomar en cuenta lo que sucede en la realidad, obviado por irresponsables, fanáticos y comunicadores apresurados o silenciosos.
No se trata de un éxito gestionario estructural, pero tampoco se trata de insensibles malvados.
Todo llevado a un extremo, apresurado y exagerado por quienes nos depositaron en el lugar actual y por opinadores imprudentes, urgidos sin reponsabilidad ni la necesaria calma que requieren las graves circunstancias. No ayuda para este momento delicadísimo e incierto.
Obviamente que las necesidades y privaciones extremas de millones de compatriotas requieren de atención inteligente y no demorada. Pero es de mala fe, ingenuidad e irresponsabilidad exigir respuesta inmediata eficaz y eficiente. La situación es trágica, está todo contaminado y trabado, los indicadores de todo tipo son negativos en extremo y lo debemos resolver “nosotros, los argentinos”, que hasta aquí llegamos. No parecen haber inocentes.
Si aquí estamos va a ser muy complicado y difícil superarlo. Vocación de servicio, capacidad inteligente, decisión y convicción, no insistir con ideas y políticas que nos dejaron acá y todo envuelto en una probidad rigurosa, cierta y explícita, son condiciones mínimas para empezar a revertir el latrocinio. Esto le toca a Milei o quien sea esté a cargo de los destinos del país.
Fanáticos, dogmáticos, extremos, golpistas, comunicadores apresurados y progresistas que atrasan, idiotas útiles, deben apelar a prudencia y responsabilidad mínimas. Tengan memoria y un mínimo de pudor. Desde quienes arrancaron el helicóptero hasta quienes increíblemente demandan soluciones mágicas ya.
Los primeros siempre fueron autoritarios, causantes de la catástrofe y varios hasta golpistas, los otros parecen vivir en otro país, no en el destrozado en el que lamentablemente transcurren nuestras vidas diarias. El real, no el del relato ni la ficción.