Es una obviedad de perogrullo. No reviste la trascendencia ni la urgencia del día a día, pero es esencial para comenzar a enderezar el rumbo desviado de tantos años que han depositado al país en la catástrofe actual.
Se debe librar el cambio cultural, con convicción , sin prisa ni apuro, pero con consistencia y persistencia, sin tapujos y con solidez y en los puntos estructurales. Sin hipocresías, banalidades, falsedades, agresiones innecesarias por insultadores seriales, apelaciones esotéricas, ni contradicciones entre el decir y el hacer.
Podemos señalar algunas cuestiones y ámbitos esenciales donde se debe librar el cambio cultural, para diferenciarlo del oportunismo pragmático de ocasión, del griterío inconducente en el espacio público político, en los medios de comunicación y en las redes y del oscuro espacio de los despachos oficiales.
A la luz del día, a cara limpia, planteando ideas y fundamentos. Con claridad y solidez y debatiendo para aceptar ideas mejoradoras, críticas fundadas y divergencias lógicas y naturales.
Veamos algunos puntos y temas básicos en los que debe centrarse el cambio cultural.
1) El sostenimiento de la República democrática.
El populismo autoritario, durante los últimos 80 años aproximadamente, con el manejo del poder casi en exclusividad, ha minado consistentemente la Republica democrática. A través de dictaduras militares o del populismo peronista, exacerbado por el kirchnerismo.
Fraude electoral continuo con sistemas electorales a medida, Congreso nacional y Legislaturas provinciales convertidas en escribanías al servicio del Poder Ejecutivo. Intento de cooptación total de la Justicia y en el camino designación de jueces militantes al servicio del poder y su impunidad y de las teorías garantistas extremas e incluso abolicionistas de la ley penal, hasta llegar al absurdo de disponer de una Suprema Corte de amigos, como en el período menemista. La República anulada y la Democracia en riesgo.
La lucha es por congresistas nacionales y legisladores provinciales, servidores públicos con el únivo objetivo del bienestar general. Con vocación y actitud patriótica, dietas dignas y trabajo continuo, esforzado y que rinda frutos. Optaron por servir a la comunidad y deben actuar en consecuencia. Hoy muchos sirven a sus propios intereses, trabajan poco y son motivo de indignación, escarnio y desprecio mayoritario.
Los jueces representan el espacio y lugar único donde la sociedad dirime sus conflictos,los que sentencian todos los delitos que hieren el orden social y los que ponen límites al abuso del poder y a leyes inconstitucionales.
Probidad, honestidad, conocimiento sobrado y capacitación constantes, más objetividad y prudencia, sin figuraciones indebidas ni ostentaciones impropias, deben ser las constantes de su accionar. Ocupan un lugar físico sperior cuando se sientan en sus poltronas. Por encima de todos. Deben honrarlo y no haberlo depositado en el subsuelo en que lo han ubicado.
2) La inserción en los valores del mundo occidental, sin claudicar soberanía ni exagerar adhesión en exceso e ilimitadamente.
Hay que apartarse definitivamente de los regímenes autoritarios, violentos, represores, dogmáticos fundamentalistas, extremistas y que impiden y castigan, incluso con la muerte, el disenso , la oposición política y el deseo de libertad.
Sostener la libertad responsable, la propiedad privada, la diversidad de opiniones, la libertad de prensa, el libre comercio, sin cartelización, monopolios ni dumping, son algunos items fundamentales del cambio cultural. Se debe tratar de conseguirlos con persistencia, voluntad y convicción, sin aprietes ni desvíos.
El país debe reinsertarse en los sistemas de vida, donde pese a las conflictividades naturales del devenir cotidiano, las condiciones de vida de los ciudadanos son más dignas, apacibles y confortables.
3) Recuperar el valor del mérito, el esfuerzo personal y el estudio como instrumentos de mejora personal , esperanza de futuro promisorio y calidad de vida superior.
El populismo despreció el esfuerzo personal y la dedicación en las aulas. Todo es igual y el pasa pasa prevalece, aunque los alumnos sean débiles en conocimiento. Sería discriminatorio calificar u disponer que los estudiantes deban rendir materias no aprobadas o no finalizar la escuela primaria, incluso los colegios secundarios, aún con conocimientos escasos. Acompañan maestros militantes y cuadernillos adoctrinadores.
Degradado ser meritorio y esforzarse. Preferibles jovenes manipulables, sin solidez de conocimiento ni pensamiento propio y crítico. Ante la ausencia de instrumentos para desempeñarse en su vida futura, ahí estará el Estado proveedor de mendrugos, para mantenerlos rehenes y adocenados.
En el propuesto Pacto de Córdoba falta la educación como política inalterable de Estado. Y se nota mucho su ausencia.
4) Hay que eliminar de la agenda diaria las confrontaciones y las agresiones innecesarias.
El país atraviesa una situación de extrema delicadeza. Es innecesario señalar los pesares y las dificultades del cotidiano vivir. Se sufren y desde hace muchos años.
No se debe agregar más tensión a la existente. No son enemigos a denostar, calificar negativamente ni atacar desde las redes a los que critican desde el republicanismo democrático. Es inconducente, no aporta soluciones ni trasmite institucionalidad.
Los periodistas ensobrados son perfectamente conocidos. Muchos de los que enfrenta el presidente claramente no lo son. Es estéril, erróneo e injusto señalarlos negativamente.
La casta política existe. No son todos los políticos, aunque si demasiados. Con ellos se debe convivir y acordar para posibilitar las indispensables reformas estructurales necesarias.
Englobarlos, definiéndolosa a todos como ratas, causa daño y aleja voluntades sin las cuales no se puede avanzar en el cambio cultural, ni tampoco merecen el desprecio de ser calificados como “ratas”:
Hemos señalado algunos items básicos para afrontar el cambio de pautas culturales.
La prudencia y la calma en el ejercicio del poder son buenas compañeras, lo que no significa ceder, arreglar ni dejar de promover y sostener con firme convicción las buenas ideas e intenciones para el cambio cultural. No se puede entregar un centímetro en este propósito, como tampoco minimizar las contradicciones y las culpas propias. Éstas se deben corregir y no reiterar.
El ejercicio diario del poder y la gestión de la crisis no deben ser óbice para desviarse de la necesidad de fondo y estructural; bregar por el cambio cultural. Sin él, las posibilidades de mejora se ensombrecen.
El tiempo no sobra y no se avizoran liderazgos confiables, en caso de fracasar en el intento de reformas de fondo en pos del cambio cultural.