Ayer en el juicio por el atentado contra Cristina Fernández de Kirchner se produjo la declaración de Fernando Sabag Montiel, el principal acusado de tentativa de homicidio.
La declaración fue extensa, con un Sabag explícito, directo y contundente.
Aventó toda idea de complot político y de la presencia de instigadores; algo señalado y buscado con afán por Cristina, tratando de incriminar a Mauricio Macri, a un ex funcionario de Patricia Bullrich, Gerardo Milman, al Pro en su conjunto e incluso a los libertarios. Toda una asociación criminal.
Los principales acusados son Sabag Montiel y su novia Brenda Uliarte como autores materiales del hecho y Nicolás Carrizo, el jefe de ambos, señalado como partícipe secundario. La banda de los copitos.
Sabag Montiel transcurrió todo su tiempo en la cárcel aguardando el inicio del juicio en absoluta soledad. Sin hablar con nadie, sin visitas de ningún familiar, sin departir con otros presos, ni siquiera con Brenda Uliarte, que fuera su novia. Un lobo solitario.
Desestimó toda idea de conspiración política y de la participación de Brenda o el accionar de terceros. “Brenda la quería ver muerta”, señaló. Ocupó el lugar de “espectadora”. Despegó a Nicolás Carrizo también. “Jamás le conté lo que iba a hacer para preservarme a mi mismo”, declaró.
Confesó su deseo personal de matar a Cristina: “Es corrupta. Roba. Hace daño a la sociedad y demás cuestiones que ya son sabidas”. Un justiciero aislado.
La declaración fue extensa, respondiendo todas las preguntas con apariencia de seguridad y en estado de tranquilidad y coherencia en general.
Restan dos cuestiones trascendentales, por encima de las cientos de vicisitudes que va a ofrecer el juicio:
1) Determinar si Sabag Montiel era consciente de sus actos, si no es inimputable. ¿Como era el estado mental de Sabag cuando percutió el arma? Informe de peritos que estudiaron su mente.
2) Establecer si el delito era posible de ser cometido, aún cuando el arma no tuviera una bala en la recámara. Entra en juego la teoría del delito imposible. No se puede condenar a nadie por intentar un delito imposible, afirma la teoría garantista. Tentativa inidónea, argumentan.
La pistola Bersa portaba 5 balas en el cargador, pero ninguna alojada en la recámara, tarea manual que debía llevar a cabo el portador, corriendo hacia atrás la corredera para que la bala quede lista para dispararse.
Hay doctrina dividida, entra en juego el artículo 44 del Código Penal, que deja en manos del juez decidir sobre la peligrosidad del acusado y del hecho realizado.
El asunto plantea numerosas dudas y va a ser objeto de planteos e innumerables discusiones.
Concreto y conciso: Sabag aventó toda idea de complot, plan e instigación de terceros.
. Un hombre opaco, justiciero, según sus propias palabras, saliendo del anonimato para transformar su vida y estremecer y cambiar el país.
Resta un largo camino por recorrer, pero el autor de la tentativa de homicidio dio un primer paso contundente.