Temprano, bien temprano, por cuestiones de experiencia y atento al clima previo, con el grupo familiar nos hicimos presentes a las 17 hs en el estadio. 36 grados de temperatura ambiente agregaban calor a la “caliente” previa del partido.
Honor y agradecimiento al maravilloso cuerpo técnico y jugadores del seleccionado nacional: en medio de la crisis continua, la grieta inmensa y las desventuras del país, este grupo de compatriotas, con cualidades y calidades profesionales y personales, han conseguido darnos momentos de felicidad únicos por el fútbol desplegado con éxito y conducta correcta. Un oasis en medio de la tormenta desértica que es la vida diaria nacional.
Los expertos del fútbol y la televisión ya trasladaron en vivo y directo las secuencias del partido. Pongamos foco en el desastre organizativo impensado y no previsto, pese a que las circunstancias previas a la final, anticipaban que podía suceder.
PRINCIPALES RESPONSABLES DEL CAOS Y EL PAPELÓN
1) La Conmebol y el país organizador: imposibles no mencionarlos de responsables de la verguenza acaecida y en el orden mencionado.
Conmebol fue la organizadora de la Copa América, la principal responsable, eso sin duda ni ninguna excusa. Acompañó el país organizador, EEUU, donde el fútbol no es el deporte más popular, pese a los reiterados intentos desde hace muchos años de ubicarlo entre las preferencias de los americanos. Recordar el paso de Pelé por el Cosmos de New York, David Beckham por equipo de la costa Oeste y el actual boom de Lionel Messi en el Inter Miami.
No parece prender. El seleccionado nacional de EEUU jugó un par de partidos a estadio semi lleno. Vacío de compañía.
El clima previo: el buen paso de la selección colombiana durante todo el torneo, habiendo prevalecido sobre Brasil y Uruguay, generaron un clima de alegría, de compromiso y afecto con su equipo nacional, que creció hasta considerar por periodistas, simpatizantes y el mismo pueblo, un casi seguro triunfo frente a Argentina. Algo exagerado, minimizaron el valor del equipo nacional.
El mismo gobierno, de un presidente cuestionado, alentó el triunfalismo, decretando feriado el lunes siguiente al partido, cualquiera fuera el resultado. Confianza excesiva e imprudente.
Oleada amarilla: los días previos a la final pintaron de ese color la ciudad de la Florida. No eran sólo residentes colombianos en ella o en otras ciudades americanas. Miles de colombianos viajaron hacia Miami desde Colombia sin entradas del partido. Se notó el día del partido final; había que ingresar al estadio a toda costa.
El presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Dominguez, tiene experiencia suficiente como para preveer lo que podía suceder y que finalmente ocurrió. Privilegió su protagonismo personal, incluso entrando al campo de juego con su esposa y dos jóvenes portando camisetas de ambos seleccionados, para regalar pelotas y muñecos de la mascota de la Copa a la gente que se encontraba eln las tribunas.
Un verdadero Figuretti mientras afuera miles de personas con entradas adquiridas, hacinados, apretados y en situación de peligro, con las puertas cerradas, pugnaban por entrar.
Claudio”Chiqui” Tapia y su séquito de cortesanos fueron responsables también del despropósito. Tienen sobrada experiencia y conocimientos, incluido el seca nucas, de como organizar eventos de magnitud y en las circunstancias que se debían prevenir. Similar situación para las autoridades del fútbol colombiano.
Irresponsables y coautores de los sufrimientos de miles de adquirentes en tiempo y forma de Tickets de valores exagerados a nivel mundial.
Falta de anillos previos de control: la idiosincracia del estaoudinense o de quien vive hace tiempo en EEUU, aún no siendo ciudadano americano, no lo hace concurrir a ningún evento sin su entrada correspondiente.
No tuvieron en cuenta los organizadores, la naturaleza de los latinoamericanos futboleros, especialmente en este caso de los colombianos en gran mayoría. Hubo también algunos “argentos” que aprovecharon el descuido.
Más de 20.000 personas, sin entradas, llegaron inexplicablemente hasta los accesos del estadio. En primera persona fui testigo de la atropellada sobre los controles a las 17 hs, de unas 100 personas tres horas antes del comienzo del partido. Sobrepasaron a los incrédulos y sorprendidos controles e ingresaron a la fuerza. Cinco o seis fueron detenidos y esposados en el suelo. Mayoría cantidad de camisetas amarillas.
Ante la presión de la marea humana la policía impidió el acceso y demoró el inicio del partido. Apretujados, demandantes y en situación incómoda y preocupante, mezclados, adquirentes de tickets de buena fe y los numerosos vivos de siempre, al principio permitieron la entrada en cuenta gotas, hasta finalizar autorizando el ingreso masivo de la masa que aguardaba. Final de un despropósito total.
Insoportable show yanqui en la previa. Acorde a la naturaleza de su idosincracia y según sus costumbres, la espera previa y prolongada a la final de la Copa, fue un esperpento alejado de la verdadera esencia del fútbol.
Cuatro presentadores, dos damas y dos caballeros, ataviados ellos con vestimentas ostentosas de gusto dudoso y gritonas en demasía ellas e ignorantes todos de la esencia futbolera, pretendieron matizar la espera, sin ningún resultado positivo. Fueron un lamento molesto, incómodo, gritón e innecesario.
El fútbol requiere espera ansiosa, con cánticos tribuneros, contrapuntos entre hinchadas y no mucho más. Todo lo acontecido fue al estilo americano del basqur NBA o del fútbol americano. Nada que ver.
Acompañaron dos DJS , Perros Negros, con música moderna cual si fuera un recital y no una final de fútbol.
Lo de Shakira fue otro esperpento. Hizo una presentación deslucida, con play back muy evidente incluido, en un escenario improvisado y rudimentario, que demoró 27 minutos el entretiempo. Un presentador veterano, en smocking de saco blanco, esperó iluminado por una luz especial, alrededor de 10 minutos para presentar a la cantante colombiana. Unas pocas palabras en inglés y un par en dudoso castellano fue todo su paso. Inédito.
Para Shakira fue un fiasco artístico y un éxito para sus bolsillos. Cachet suculento, prestigio herido.
Ceremonia de premiación. Mientras los futbolistas argentinos festejaban, reaparecieron nuevamente los “conductores gritones y fuera de lugar”. Otra carga sin sentido y demoroso. En las tomas televisivas sobresalió la presencia de “Figureti Dominguez” nuevamente. Ausente y distante del dislate organizativo de su propia responsabilidad.
Para los argentinos queda la inmensa satisfacción de seguir disfrutando los placeres del triunfo que nos brinda esta selección histórica y que enorgullece.
Los colombianos, respetuosos y tranquilos en su mayoría, el peso de una frustración que no contemplaron. Exitismo exagerado. No evaluaron debidamente al campeón del mundo.
Dato de color colombiano: las pantallas del estadio mostraron a un hincha colombiano con bandera y otro con una pancarta con el texto Petro fuera. Acompañó una mayoría amarilla con gritos en ese sentido.
Una avioneta en un par de ocasiones sobrevoló el estadio llevando un letrero con el mismo texto: Petro fuera. Aprovechamiento político de una instancia de máxima convocatoria. Grieta colombiana.
EEUU debe hacer un cambio de 180 grados para organizar la próxima Copa del Mundo. Deben haber estadios de dimensiones para partidos de fútbol, canchas de césped natural para jugadores de elite, lo mismo para las canchas de entrenamiento y controles apropiados y ambiente futbolero y no de show típicamente americano, totalmente alejado del clima de tamaña cita.
La FIFA es celosa en ese sentido, como lo demostró en Qatar. En este caso debe ahondar los cuidados y extremar su presencia. La pasión futbolera no pude denigrarse, aún involuntariamente, por desconocimiento, improvisación o puesta en escena de un espectáculo que nada tiene que ver con el más popular de los deportes. Caso contrario está a tiempo de cambiar el organizador.