Los atardeceres tranquilos, alrededor de las 19:00, con una temperatura no tan sofocante a esa hora, en el verano del sur de la Florida, en las playas de Bal Harbour específicamente y los días sábados, son el lugar y el día donde numerosas parejas se comprometen o contraen matrimonio en la arena y junto al ruido de las olas.
La producción en la playa se centra en una especie de sitio central, que es distinguido por un escenario decorado por pérgolas florales en ocasiones y luces leds que anuncian el acontecimiento.
Circundan el espacio, delicados y simples arreglos florales blancos, con luces en el medio que parecen emerger del interior floral y que agregan romanticismo y dan luminosidad discreta al evento.
Generalmente los concurrentes, descalzos, visten de blanco, no son numerosos y acompañan la música con palmas y alegría desbordante.
Este último fin de semana, separados por apenas 100 metros, un casamiento y un compromiso compartieron playa y horario para celebrar la ceremonia.
Completan el escenario, bañistas ocasionales, que a prudente distancia y sin formar parte de la ceremonia, deciden ser testigos prudentes y pasivos de esta nueva y creciente manera en que las parejas deciden formalizar su relación.
Una manera diferente, de serenidad idealizada y a la orilla de la inmensidad del mar, que se afianza y crece en estos tiempos, de sellar las relaciones amorosas. El escenario natural luce perfecto.
Atardecer rumbo a la noche, arreglo floral que embellece sin abundar, luces que identifican y alumbran, el sonido de las olas sobre la playa y en varias ocasiones la luna que acompaña, dan marco ideal a la solemnidad sencilla pero impactante, de parejas que formalizan su amor.
En las playas de Bal Harbour ocurre, con mayor frecuencia, casi todos los sábados.