Es harto conocida la frase “el peronismo te acompaña hasta la puerta del cementerio, pero nunca entra”. En el caso affaire Alberto los tiempos se han acelerado y acentuados por la dimensión del escándalo y del daño causado, que puede agravarse aún más. Hay que separarse de Alberto ya, con urgencia, antes de que comiencen las testimoniales y las indagatorias. Tarea conocida; “No tenemos nada que ver”.
Cristina, como siempre y pese a ser la mentora, es la abanderada del operativo despegue. Detrás se encolumnan los fieles cercanos, Mayra Mendoza la primera y los diversos fanáticos K, como Pablo Echarri, quien asombró por su hipocresía.
De “gobierno de mierda” definió la gestión de Alberto el actor y de que”los peronistas simulamos demencia para votarlo” justificando el acompañamiento peronista con el voto a su candidatura. Olvidó cuando señalaba como “una genialidad de Cristina” la postulación de Fernández a la presidencia. Del cielo al infierno en un sólo paso.
Lo de Cristina es lo trascendente. En principio hay que señalar su torpeza y los errores en señalar candidaturas. Amado Boudou terminó entre rejas. Aníbal Fernández señalado como candidato a gobernador para la provincia de Bs As fue derrotado por una joven y no tan conocida María Eugenia Vidal.
La frutilla del postre fue Alberto. Extraño, porque lo conocía acabadamente desde siempre. Fue Jefe de Gabinete de Néstor y de ella misma e incluso el matrimonio le concedió la exclusividad de recibirlo en su propio hogar en Río Gallegos. Afinidad y cercanía de larga data.
Tuvieron una separación ruidosa, en términos públicos agresivos por parte de Alberto, que no fue óbice en el afán de retornar al poder, luego del tropiezo con Mauricio Macri. Por tweet lo ungió candidato a presidente, con Ella misma postulándose a la vicepresidencia.
Apenas arribado Alberto al poder, comenzó a hostigarlo y limitarlo en forma directa y pública, erosionándolo con fruición hasta dejarlo en soledad y desamparo total. Era un tiro en el propio pie de Cristina, pero no le interesó.
El deterioro del gobierno de Alberto fue acompañado por su derrumbe personal.
Su conflictiva relación desde los inicios con Fabiola, la fiesta de Olivos y la derrota en las PASO del 2021 fueron hitos de la profunda caída de Alberto.
Conocidos los chats de su secretaria María Cantero en su afán de promotora de vínculos, en pos de conseguir para su esposo broker los seguros de diversos organismos oficiales, más el desgraciado”Me ocupo” del expresidente, sumado a la grave la denuncia de violencia y terrorismo psicológico por parte de Fabiola, estos hechos dejaron en evidencia las imágenes ruinosas del ex mandatario.
Era quien venía a “terminar con el patriarcado”. Quien creó el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, el “presidente de las mujeres”.
Faltaban todavía los videos y las conquistas y andanzas continuas a toda hora, lugar( Casa Rosada incluida) y ocasión, de Alberto en modo galán. Decadencia total y caricaturesca. Esto no era sólo la vida personal íntima de Alberto; afectaba la institucionalidad del país.
Semejante panorama activó el operativo despegue y el relato acorde. El perokircnerismo no tiene nada que ver con semejante desatino, señalan con verguenza. Una pesadilla inesperada, necesaria de superar con urgencia. Obviedad y guión de la argumentación ya conocidos.
Cristina con velocidad afirmó que ”Alberto no fue un buen presidente”. Acorde a su personalidad inefable, calificó de la misma manera a Fernando De la Rúa y Mauricio Macri.¿Que tenían que ver?
Habló de “misoginia, machismo e hipocresía”. Se solidarizó con Fabiola, encuadrando el episodio como violencia de género, pero como no podía faltar, acusó a los medios de “revictimizar a la víctima”. Siempre los medios.
En primera persona, como de costumbre auto referencial, se consideró objeto de “las peores violencias verbales y políticas, hasta la máxima experiencia de violencia física, como fue el intento de asesinato en su contra”. Siempre Ella.
Minimiza la violencia de género utilizándola en su beneficio personal.
Se trata de separarse del gobierno de Fernández como si no fuera la ideóloga, controladora y hasta gestora de las políticas populistas del último gobierno. Alberto debe ser el chivo expiatorio.
A su ves, Kicillof en La Rioja expresó: “Es gravísima la denuncia. Estoy shockeado”
No lo estuvo y por el contrario lo acompañó en la provincia norteña y en anterior acto público, con Fernando Espinoza, procesado por abuso sexual. Cristina también mutis por el foro en el caso del intendente de La Matanza. Tampoco se pronunciaron ante la condena por abuso sexual de José Alperovich, transitando en la actualidad sus días en prisión. Repudio selectivo.
Lo de Alberto es más grave y requiere acción evidente y apartamiento. El daño se siente y hay que minimizarlo.
Alberto está sólo y deprimido; por sus continuas mentiras nadie le cree y le esperan horas aciagas.
Hay que despegarse. También de sus escasos laderos cercanos. Todos a los leones. Delicias de la hipocresía y la mentada lealtad peronista.
“Sólo, fané y descangayado”, como cantaba Carlos Gardel en el tango “Esta noche me emborracho”.
Festejan, alejándose de sus propias desventuras las Fuerzas del Cielo que ganan tiempo gratis. Regalo caído del mismo cielo. Los trolls libertarios no dan abasto. En sus posteos, algunos con likes del presidente, los periodistas no adherentes con fanatismo a LLA son el blanco preferido. Siempre el periodismo. ¿Les suena conocido?
Los días por venir pueden ser pródigos en declaraciones y operaciones de despegue y en novedades inesperadas. Muchos aguardan angustiados. Lo peor podría no haber aparecido aún.