Fue un domingo de emoción para los blanquinegros. De visitante, ante 30.000 fanáticos tucumanos, con desventaja deportiva; el empate lo eliminaba al Lobo, con tranquilidad, temple y personalidad el equipo dio el paso decisivo a la gran final por el segundo ascenso.
Señalaremos algunos factores a destacar en esta gran gesta deportiva y que deja al blanquinegro al borde del éxito o de una tremenda decepción. Así es el fútbol. Sólo 90 minutos!
1) Los jugadores: como corresponde y como siempre, fueron y son los actores principales. Empezaron a los tumbos y de a poco se fueron recomponiendo. Terminan siendo compactos, confiables, disputan los juegos con pasión amateur y experiencia profesional y generan adhesión y respeto. También esperanza. Pueda que no se frustre.
2) El entrenador Ezequiel Medrán: llegó al mensana, luego del paso frustrado de dos entrenadores por el primer equipo. Vino desde Rafaela, que valga la contradicción, acaba de descender. Del infierno a las puertas del cielo.
Con tino y persistencia, armó un equipo confiable comenzando desde atrás. Seguro y con dos zagueros centrales fuertes y difíciles de superar. Maximiliano Padilla, capitán, de gran juego y goleador. Si estuviera más en línea sería completo. La vuelta de Diego Mondino fue esencial.
Dio solidez al medio campo, recuperando a Antonio especialmente , bien acompañado por Antonini. Jeremías Rodriguez Puch terminó brindando como titular, destellos de su calidad en los últimos partidos.
Nico Romano, el único gimnasista desde la cuna, esfuerzo, entrega, despliegue y centros exactos y algunos goles claves. Nazareno Solís, desde Boca Juniors, calidad y sapiencia. Silba, con experiencia, el goleador y de tantos decisivos, como el de ayer. Si estuviera más fino físicamente!
Todos, incluídos los recambios, a tono y merecedores de la recompensa final.
3) Los dirigentes: importantes y pragmáticos. Supieron enderezar el rumbo inicial, mal arrancado. El entrenador de comienzos, el experimentado “Chaucha” Bianco, erró en estilo de juego y conformación del equipo. Rápidamente reemplazado transitoriamente por alguien de la casa, Darío Alaniz, hasta llegar con acierto a Medrán. Bien hecho.
Sobrellevaron con templanza y acierto el terrible inicio del campeonato, con una muerte por enfrentamiento entre barras a metros del estadio y el consiguiente vaciamiento de la tribuna popular durante casi todo el campeonato. Recién se pobló con el partido frente a San Martín de Tucumán.
Esfuerzo económico muy grande y sapiencia en dar estabilidad y confianza a Ezequiel Medrán. Reconocimiento a ellos, porque también volvieron a la tradicional camiseta a listones blancos y negros, la histórica y fundacional, la de siempre.
4) Fallecimiento del Víctor: el 30 de marzo pasado terminaba su tránsito por la vida el más grande jugador que dió el fútbol mendocino y también uno de los más grandes del fútbol nacional.
Se apagó su vida pero no su legado. Está presente en el nombre del estadio y en su áurea permanente sobre el campo de juego donde compita cualquier equipo blanquinegro. Que ilumine especialmente el próximo fin de semana.
El viejo Lobo está a las puertas de la gloria deportiva, semejante a la de los viejos Nacionales. Que el juego, el espíritu y el temple lo acompañe. También la suerte. Es un sólo partido.
También la justicia y la equidad deportiva. Que no aparezca el fantasma de un viejo dirigente sanjuanino de la AFA. San Martín de San Juan es un gran equipo y por si sólo tiene los atributos necesarios y sobrados para competir con calidad, sin ningún aporte externo. Las brujas no existen, pero que las hay las hay.
Hace falta un árbitro capacitado, experimentado, con oficio y especialmente objetivo y no presionable. Un verdadero juez.