Para los amantes de la libertad, la democracia, la República y el valor de la política como servicio supremo a los ciudadanos,sin ningún interés particular, el fallecimiento de Jorge Lanata es un golpe muy fuerte.
El cimbronazo de su pérdida se hace sentir y pesa, pesa mucho. Coraje sin igual, enfrentó la corrupción del poder sin tapujos ni alguna distinción. A todos por igual, a máxima velocidad, sin límites “Tengo preguntas y no respuestas, señalaba, por eso soy periodista”.
Periodista, escritor, emprendedor desde joven, la creación de Página 12 fue un hito del periodismo nacional, desde donde fue uno de los primeros reivindicadores de los derechos humanos. La “despedida” que ayer le brindaron los actuales propietarios del decaído diario, los describe de cuerpo entero; miserables.
Transitó los medios gráficos, radiales, televisivos, de cortos cinematográficos de plataformas multimedia. No dejó nada sin utilizar.
Prototipo del hombre libre, vivió como sintió y creyó.
Creció durante su carrera para convertirse en el comunicador equilibrado, casi perfecto. Era humano al fin, de ahí el “casi”. El periodista implacable, el comunicador innovador, el instalador de la palabra grieta, el escritor que a su vez era un amante de la pintura y de la música clásica. Fino de espíritu también.
Escudriñó el poder, cualquiera fuera su ideología, con convicción, valentía y decisión sin igual. Desdeñó increíblemente su salud personal y una persona de su inteligencia no tuvo en cuenta consejos médicos para tener duración y calidad de vida. Vivió como quiso y sintió.
”Vivan todo lo que puedan” dijo al aire una vez retornado de una internación de un mes. Percibió su vulnerabilidad sobre el final, cuando su finitud estaba cercana.
Fue alentador de los inicios democráticos en 1983 luego de las dictaduras militares genocidas y crítico objetivo de Raúl Alfonsín, verdugo de la corrupción menemista e implacable con el autoritarismo y robo kirchnerista, descriptor certero de la decepción macrista y confrontador objetivo de los desbordes y epítetos indebidos mileístas, Sin tapujos ni exclusiones. Nadie a salvo. Apuntando siempre al bien común.
Su último libro Óxido, fue una descripción detallada de la corrupción, arrancando desde los primeros virreyes. Abarcó toda la historia y nos ilustró sobre los ladrones desde el inicio. Increíble y abrumador en certezas y datos.
Su legado debe permanecer y no desfallecer. Se lo necesita, en ese sentido, inmortal. Caso contrario, la democracia, la república y la libertad estarán sin un fiel cancerbero.
Jovenes con vocación, la luz de Jorge Lanata permanecerá sin oscurecerse, para guiarlos y alumbrarlos por el camino que el inició. Prohibido defraudarlo. Por un Lanata eterno, la Argentina lo necesita.