Hace cuatro años que en el discurso público oficial el FMI es tema recurrente. Obvio resultaría que ante los problemas económicos crónicos del país, una deuda de 47 mil millones de dólares no fueran foco de atención especial.
Renegociación del ex ministro Guzmán, rechazada por Cristina y el kirchnerismo duro, renuncia de Máximo a la presidencia del bloque de diputados, fueron el comienzo de un largo camino de permisividades, incumplimientos y aceptaciones. Un Fondo más flexible, comprensible y con burócratas de línea que se autoprotegen y staff político amigable con el país.
La segunda ronda de renegociaciones estuvo a cargo del ilusionista Sergio Massa. Más de lo mismo, recargado. El ministro de Economía atiende todos los mostradores y en ninguno hace completa la tarea. Incluso cuando con énfasis asegura estar defendiendo a la Patria. Incumplió casi todo.
El último tramo de revisión y aprobación de metas fue muy duro. Calaron profundo las mentiras del “mago” y los numerosos incumplimientos. El dictamen del staff técnico dejó al descubierto el enfado y descontento, y descubrió algunas realidades y exigencias no divulgadas oficialmente. Como ejemplo, el real monto de reservas netas negativas.
El domingo pasado con sus anuncios del Plan Platita Devaluado, el ministro/candidato tensó más la cuerda. Los teléfonos de los encargados del Fondo en la relación con el país, sonaron enrojecidos y de pésimo talante. Sergio lo hizo nuevamente. Parte de lo acordado, pisado.
El candidato tiene que hacer lo posible y lo imposible por llegar al ballotage. El próximo encuentro con el Fondo esta distante y puede ser tarea de otros interlocutores argentinos. Mientras tanto vamos andando y por el mismo camino desviado; urge la apetencia electoral.
Joaquín DEl Tirso