Cuales son los motivos de nuestra pulsión insaciable por el fracaso. El país transita una tragedia profundizada, vivida y actuada por 47 millones de nosotros. Siempre hay una diagonal o excusa para apartarnos de nuestra propia responsabilidad y señalar con el dedo a los causantes de la catástrofe; los políticos que alumbramos y elegimos.
La sociedad argentina está exhausta, agrietada hasta la partición, descreída y con atisbos de odio, profundo rencor y tensa convivencia. Los fríos números estadísticos acompañan y reflejan el denso y apesadumbrado ambiente del diario vivir.
Desde hace bastante tiempo, cada elección presidencial es la más trascendente, un hito transaccional o la más importante de los últimos 100 años como profetizaba recientemente y con reiteración Javier Milei.
Pamplinas, sandeces falsas y vacuas.
Puede que cada una sea más dramática que la anterior, con más crisis y oscuridad, más sumidos en la grieta y en la desesperanza, pero cada una de la aparentemente más importante de todos los tiempos nos fue llevando a este desatino actual. Los elaboradores de este sino fuimos los argentinos. Nosotros elevamos al pedestal del poder a quienes nos han depositado en la ciénaga actual.
Quienes nos dirigen, a quienes empoderamos, somos nosotros mismos reflejados en los elegidos.
Basta recordar las palabras insustanciales e irresponsables de Eduardo Duhalde:”Argentina está condenada al éxito”. ¿ De quién, de que? Palabras vacuas, falsas, irreales dejadas pasar sin trascendencia crítica o interpeladora.
Llegamos a este domingo electoral, 40 años después de recuperar la Democracia, en la encucijrada de optar entre un fullero titiritero responsable de haber profundizado una crisis ya muy grave y un salto al vacío, ingresando a lo desconocido e incierto.
Quién los aupó, quién permitió esta opción entre lo malo y lo peor.
Ahí debemos decir presentes los 47 millones de argentinos( excluyamos niños inocentes y víctimas futuras).
Indolentes, desaprensivos, ignorantes, parlanchines sabelotodos, falsos progresistas, nacionalistas extremos, espías ilegales infectando el diario vivir y la honorabilidad, antisemitas cuantiosos, cientos de miles dependientes del mendrugo estatal o la dádiva permanente, poderosos desaprensivos, burócratas en aumento e inútiles al servicio de nada y sólo de su propio interés, supuestos emprendedores a costa del Estado y repartiendo parte de sus beneficios a los facilitadores de turno, son algunos de los nosotros constructores del presente.
Acompañan millonarios burócratas sindicales eternizados, poderosas corporaciones de toda laya, que trabajan con esmero en su propio interés y supervivencia trabando toda posibildad de cambio o mejora colectiva. Indolentes, ausentes al voto o propagadores del voto en blanco. Educación subvaluada con proliferación de adoctrinadores, en vez de maestros o profesores que trasmiten conocimiento. Los preferimos ignorantes y enseñados a voluntad. Son maleables y dependientes.
Justicia con balanza inclinada, ojos destapados con mirada sesgada y escrutadora y boca abierta locuaz en oportunidadesespeciales.
La lista es larga y sigue. Demasiado auto flagelo
Es tiempo de asumir nuestro destino y ejercer nuestra libertad. Examen de conciencia, conducta colectiva responsable, participación activa, demandando cuando corresponde y sin prurito de apoyar lo bien hecho y vocación de construir una mejor vida para todos.
Sin necesidad de heroísmo ni épica. Aplicando sentido común, trabajo continuo y productivo, apartándonos de atajos, avivadas y actos y hechos de corrupción diarios. Vida tranquila, con sentido de aporte colectivo y apostando al mérito y la mejora individual y de los cercanos. Así es posible que nos beneficiemos todos. Ejerciendo nuestra libertad, sin prisión ideológica ni falsas epopeyas. Simplemente libres y responsables.
En una sociedad normal, próspera, laboriosa y previsible, quienes asumen la tarea de representarnos y guiar nuestro destino, serán políticos al servicio del bien general y no incapaces o pragmáticos “vivos de turno” o inescrupulosos a su propio servicio e interés.
Todo depende y tiene comienzo en nosotros. No podemos hacernos los desatendidos o evadir lo que nos toca. La caída de los países no tiene límites, y el nuestro viene en picada.Detengámosla y pongamos manos a la obra.