Lo planteamos en la primera parte del artículo; “La batalla cultural está en proceso. Era necesario”.Ésta tiene numerosas facetas, pero partiendo de una dicotomía básica: República democrática o populismo autoritario.
Es hora de darle relevancia especial a la trascendencia de la democracia republicana, ahogada y numerosas veces aplastada por el autoritarismo populista, tanto de derecha como de izquierda. En la instancia actual es crucial enmarcar correctamente la República democrática sostenida inevitablemente por la presencia de un Estado útil.
Es una aclaración válida ante la enunciación del mismo presidente Javier Milei de la presencia en Argentina de un Estado criminal. En varias oportunidades se ha menospreciado la presencia del Estado, incluso se a llegado a la denostación total del mismo, por parte de seguidores fanáticos del Presidente.
Obviamente el Estado monstruoso, inútil, paralizante y al servicio de la casta gobernante es inadmisible. Ese Estado Leviatán ha sumido al país en la tragedia actual. Ello no es óbice para despegarse de él. Un Estado útil es esencial en la vida democrática y republicana.
En paralelo nos encontramos con el concepto de casta política, blanco predilecto de Javier Milei y causante, según los libertarios, de todos los males nacionales. Es cierto que la inmensa mayoría de la dirigencia política ha sido causante, por acción y omisión de los males actuales.
El presidente y su equipo son ahora actores políticos, que deben gestionar los asuntos públicos y llevar adelante las numerosas medidas de cambio propuestas, muchas de ella virtuosas, que deben gestionarlas con la casta. La misma que ellos denostan categóricamente.
Al mismo tiempo, ejerciendo la función pública, los libertarios han incorporado o proponen para la gestión rancios miembros de la casta política. Que es sino Daniel Scioli, sumado a la Secretaría de Turismo. El ministro del Interior, Guillermo Francos, proviene de la rancia casta política peronista. Funcionario hace años, el otro día en un raconto de tiempos pasados, emitido por televisión, aparecía aplaudiendo una de las habituales apariciones públicas de Cristina Kirchner.¿La reina de la Casta?.
La postulación a la Suprema Corte del juez federal Ariel Lijo causó un alto impacto. El juez y su hermano Alfredo, reconocido operador judicial, son conspicuos miembros de la Casta. Abundan suspicacias y sospechas alrededor del postulado y su hermano. Casta pura.
Miembros de la Casta abundan y aparecen por todas partes. El presidente hace política y para tener éxito en su gestión y llevar adelante las numerosas ideas imprescindibles y necesarias que promueve, debe acordar con éxito con la Casta.
Finalizó el tiempo de campaña y las efectividades conducentes en la República Democrática requieren de acuerdos con la casta política. Lo que no significa arrodillarse, transar ni permitir que ésta continue en el camino mayoritario de tropelías como durante tantos años. Acordar es el único camino posible.
Firme, sin ceder en sus ideas y sin dejarse atrapar por la telaraña de la casta, el Presidente con practicidad, inteligencia y voluntad acuerdista, debe conseguir las normas para llevar adelante las políticas prometidas, acompañadas por la mayoría del pueblo. Es imprescindible explicar con absoluta claridad sus ideas, propuestas y el camino a seguir.
Las ideas liberales no excluyen al Estado. Reniegan del Estado que nos impuso el populismo K. Abonan un Estado útil, contrapuesto al inexistente y falaz Estado presente, para todos, inmenso y provocador de grandes pesares y múltiples desbarajustes por su ineficacia e ineficiencia. Hace 80 años que transitamos ese calvario. Es menester y prioritario torcer este destino aciago.
La batalla cultural tiene el apoyo de buena parte de la sociedad que tiene voluntad de cambio. El voto popular y la aceptación en las encuestas lo certifican. Bienvenida su puesta en escena.
Es el puntapié inicial para la recuperación de valores dejados en el olvido.
Hay que rescatar la trascendencia e importancia del estudio, el apego a las normas y el cumplimiento de la ley. El respeto inalienable a la propiedad privada y el valor del esfuerzo personal, el trabajo y el espíritu emprendedor.
La tarea es ardua, el camino escabroso, pero hay un dato alentador; la batalla cultural ha comenzado a librarse. El proceso no es inmediato, requiere de constancia, voluntad y se debe sostener con el ejemplo.
El presidente debe evitar la confrontación innecesaria y agresiva. No debe alimentar la grieta implementada por el populismo K. Abstenerse de provocaciones fútiles es imprescindible.
Ni el Estado es una organización criminal ni el Congreso un nido de ratas, aunque proliferen “criminales”en el sentido expresado por Milei y “ratas” varias.
La República Democrática Liberal requiere de un presidente sabio, inteligente y con “prudentia griega” que la lleve a buen puerto. El populismo autoritario nos ha llevado por mares tempestuosos y alojado en tierras inhóspitas y lejanas al bienestar y la dignidad de los argentinos. Es hora de encontrar el rumbo.