Causaba fatiga, sólo observar por televisión, la muy extensa jornada de debate que durante 30 horas continuas llevó el tratamiento en el recinto de la ley Bases. Y eso que se dispuso en labor parlamentaria la votación por capítulos y no artículo por artículo.
El gobierno necesitaba imperiosamente un “triunfo” político, ausente en sus primeros 140 días de gestión. No sólo las necesidades y requerimientos en el orden nacional apremiaban, por el descalabro en que se encuentra el país hace tantos años.
El FMI, los órganos internacionales, los “posibles” inversores, los analistas del mundo que observan con interés la presencia del libertario en el poder y el difícil, tortuoso e impredecible mercado, ponían acento especial en la necesidad de darle sostenibilidad en leyes a todas las iniciativas y cambios propuestos por el gobierno de Javier Milei.
Diálogo: consensos y acuerdos: el giro en la gestión en pos de lograr la aprobación de la ley Bases, disminuída en relación a la original, fue notorio. Nada de imposición a rajatabla.
Primo la sensatez, el camino inevitable del diálogo en pos de acuerdos y consensos, esencial y prevalente en el sistema republicano, sobre la confrontación continua, descalificadora e inocua para lograr avances concretos. Sin apelativos de ratas, traidores y demás suavidades orales.
En este sentido fueron claves algunos actores oficialistas e incluso opositores denominados amigables. Clave la tesonera, continua y silenciosa tarea del ministro del Interior, Guilermo Francos. Acompañaron el asesor presidencial de confianza, Santiago Caputo, el Jefe de Gabinete Nicolás Posse y Martín y “Lule” Menem por el oficialismo.
Gobernadores de la UCR y del Pro, incluso algunos peronistas, facilitaron diálogo y buena voluntad. Diputados opositores maltratados, colaboraron y fueron esenciales para llegar a los números necesarios de votos positivos. Miguel Ángel Pichetto, Cristian Ritondo, Rodrigo de Loredo, el denostado Ricardo Lopez Murphy, incluso Juan Manuel López de la Coalición Cívica trabajaron con sapiencia y voluntad de verdaderos republicanos democráticos.
Buenas artes en la gestión de los asuntos públicos, que pueda sigan primando en el Congreso en pos de acuerdos consensuados.
Sentido común: varios artículos aprobados ayer vuelven a la aplicación del simple sentido común, perdido y desviado desde largo tiempo.
La regulación excesiva ha sido la norma imperante en el país durante los últimos 80 años. Paralizante y limitativa.
La ley bases es un instrumento que va a permitir liberar o abrir numerosos espacios e incluso nichos dudosos regulatorios. El Poder ejecutivo tiene instrumentos para terminar con miles de regulaciones que traban las relaciones de ciudadanos y empresas con el Estado paralizante.
Se podrá dotar de eficacia y eficiencia a los organismos públicos especialmente excluidos de ser eliminados, el Conicet, Incucai, Enacom, la Anmat. entre otros. Pueden ser transformados sustancialmente y puestos al servicio de la ciudadanía.
Muchas empresas públicas no se pueden privatizar, pero con las facultades delegadas, puede cambiarse totalmente el destino de derrota y déficit continuo con que fueron gestionadas.
También la permanencia de leyes laborales antiguas y corporativas han derivado en la disminución de empleo en blanco y el aumento de la precariedad laboral. No existe voluntad de contratar empleados por parte de todo tipo de empresas, especialmente las Pymes, por el riesgo y los problemas que conlleva. Datos ciertos y concretos que contradicen el relato falaz. Ahora se abre una ventana de esperanza.
Reiterando; aplicación simple y concreta del sentido común, desviado y abandonado durante largos años.
Ganadores:
1) El gobierno nacional: es su primer logro, pero debe consolidarlo en el Senado. Por ahora es parcial y no debe sentarse en los laureles. En caso de concretarse y aprobarse en las dos cámaras, queda un largo camino a transitar. Es sólo el inicio.
2) La dirigencia sindical: los burócratas eternizados en los gremios conservaron ls fondos de las obras sociales y persiste la ultraactividad laboral. Triunfo claro, con la ayuda de Pichetto. Se avanzó en el status quo que sostienen, pero se debe insistir en la modernización de las leyes laborales, promoviendo generación de empleo bien remunerado e inversiones indispensables. Trabajo futuro impostergable.
3) La voluntad mayoritaria de cambio: el 56% que se expresó en pos de un cambio, apreció con lo aprobado en diputados que su deseo y esperanza de cambio se ve concretado en la ley bases. Esperanza ante expectativa volcada en las urnas.
Perdedores:
1) El populismo y la izquierda: se opusieron en todo y sin ningún atisbo o intención de acompañar algo de lo propuesto. De entregar la patria acusaron a quienes acompañaron la iniciativa oficial. Extremos y absolutistas, no van a cejar en derribar la ley en el Senado. Ya lo anticipó expresamente el senador camporista Recalde. Hay que estar prestos, laboriosos e inteligentes.
2) Los agoreros de siempre: intelectuales, medios de comunicación y periodistas militantes, el progresismo que atrasa, sufrieron un traspié el día de ayer. Van a insistir con mayor intensidad y persistencia.
3) El Estado Leviatán: aumentado año tras año hasta convertirlo en un “monstruo inmenso, inmanejable y paralizante”, se vislumbra con la ley Bases la posibilidad de convertirlo, con esfuerzo inteligente y paciencia, en un Estado Útil al servicio de los ciudadanos.
Sólo se ha dado el primer paso; pero es importante. El camino de la normalidad es arduo y largo, muy largo. Con la aplicación de los principios republicanos y democráticos se puede transitar y lograr. No es sencillo, pero la voluntad popular mayoritaria acompaña.
Los bloques opositores amigables han señalado que el apoyo a esta ley de más de 200 artículos se hizo para dotar de instrumentos a un gobierno que comienza. No somos oficialismo blue afirman. Ahora viene el tiempo de tratamiento ley por ley.
No se puede echar a perder nuevamente. Consensos para lograr acuerdos. Sin desvíos, ataques innecesarios, ni exclusiones; pero sin abandonar las ideas y las medidas fundamentales y sin ceder a presiones indebidas ni a recetas autoritarias populistas fallidas.