Algunos desprevenidos, otros ingenuos, varias “almas bellas y también pícaros surtidos, alentaban esperanzas de que en esta oportunidad el régimen chavista que detenta el poder desde hace 25 años, actualmente encarnado en el trío Nicolás Maduro, presidente, Diosdado Cabello, militar retirado y diputado de la Asamblea Nacional y el oscuro Vladimir Padrón López, ministro de Defensa, iban a posibilitar elecciones libres donde se respetaría la voluntad del pueblo.
Simplemente apelando a la memoria histórica y al punto en que se encuentra hoy Venezuela, la idea de respeto a la democracia y a la voluntad popular era una simple utopía. Desde la asunción del poder por Hugo Chavez el 2 de febrero de 1999, el chavismo fue profundizando en autoritarismo, intervencionismo absoluto de la economía, cooptación de la Justicia, la desaparición de los medios de comunicación independientes y el dominio total de los órganos de control, para convertirse en la dictadura dura sostenida por la cúpula militar y los organismos de seguridad, en estrecha relación con el narcotráfico en medio de una corrupción generalizada.
Hay que recordar los anteriores episodios de fraude electoral, el más resonante el de Juan Guaidó, que fuera reconocido por varios países como el “legítimo”presidente venezolano, sin ningún resultado práctico concreto hasta desvanecerse completamente, como un antecedente importante de los muchos y variados, de absoluto desprecio por la República democrática. .
La historia chavista es prolífica en ejemplos de ilícitos, pero es necesario poner el foco en el último proceso electoral, donde el fraude se desarrollo en etapas y desde el principio. Eran señales anticipadas evidentes de lo que iba a suceder.
La más sonora e importante señal de las intenciones de Maduro,fue la proscripción por inhabilitación política por 15 años de María Corina Machado, una auténtica líder que supo aglutinar con inteligencia, paciencia y coraje a prácticamente la inmensa mayoría de la oposición al régimen. No obstante no estar habilitada resultó ganadora de las primarias con más del 90% de los votos.
Impedida de presentarse no desfalleció y apoyó a Corina Yoris a quien también impidieron participar no dejándola inscribirse digitalmente, para finalizar en el diplomático Edmundo Gónzalez, quién se convirtió en el candidato opositor.
Las tropelías del chavismo continuaron con la persecución, amenazas y denuncias infundadas sobre numerosas personas cercanas a Machado, al punto de poner en peligro su libertad. Seis de ellas se asilaron en la embajada argentina en Caracas, donde permanecen desde hace cuatro meses y violando todas las reglas internacionales, el gobierno no les concede la posibilidad de salir del país.
Prohibieron todo tipo de publicidad de la fórmula opositora, inclusive la posibilidad de usar aviones en tiempo de campaña. María Corina y el candidato recorrieron toda Venezuela en automóvil, con el peligro que ello acarreaba.
Se pusieron todo tipo de trabas a instituciones reconocidas en transparencia electoral y a países comprometidos que deseaban colaborar legitimando el acto electoral.. Fueron impedidos de entrar veedores imparciales e incluso fueron expulsados del país, apenas arribados, legisladores de países vecinos no afines al régimen dictatorial. Sin explicaciones, subidos a la fuerza a un avión de salida.
Alberto Fernández, afin ideológicamente y cercano personalmente a Maduro, fue desinvitado como observador, por atreverse a declarar al igual que Lula “el que pierde, pierde”. Sin contemplaciones.
Con los antecedentes de tantos años y con todas las trampas, prohibiciones, obstáculos, agresiones y dificultades impuestas a la fuerza de María Corina era una verdadera ilusión considerar que los autoritarios iban a reconocer la derrota.
El fraude se consumó y está en pleno proceso. Sólo han validado la estafa electoral países totalitarios que han cooptado a Venezuela, China, Rusia, Cuba e Irán y otros afines ideológicamente como Bolivia, Nicaragua, Corea del Norte y pocos más.
Argentina junto a siete países, rápidamente denunciaron el fraude. La sorpresa Chile.Venezuela rompió relaciones con todos ellos. Lula, presidente de Brasil, dos días después de las elecciones se expidió. ”Es un proceso de eleciones normal, tienen que mostrar las boletas y si la oposición no está de acuerdo, expone sus quejas administrativamente y ante la justicia”.
Proceso normal; se han denunciado 11 muertes, cientos de detenidos y una inmensa mayoría de ciudadanos protesta en las calles de todo el país. La liberad de Mahado y González está amenazada. Nada es normal. Lula en forma elíptica muestra su verdadera cara. La oposición debe quejarse en órganos oficiales o en la Justicia totalmente dominados por el chavismo. Demasiado burdo.
López Obrador de Méjico va en sentido similar. Muestren las boletas, dice. Dificultades de la izquierda para expresarse frente a la verdad que no quieren reconocer.
Cristina y los kirchneristas más extremos hacen “ mutis por el foro”. Como justificar lo injustificable. Aún así hay algunos osados. Se hicieron presentes en Caracas como “observadores”, en realidad “avaladores”. Tropa propia chavista. Yasky, Baradel, De Petris, Basteiro, entre otros. Osados kamikazes. Víctor Hugo devaluado, abundó en barbaridades. Escaso para el vasto redil K..
Maduro se pavoneó públicamente que tenían el sistema electrónico más moderno y seguro del mundo para estas elecciones. Ante lo que le mostraban las urnas, denunció un hackeo al”sistema más seguro y moderno” del mundo y la Fiscalía venezolana vincula a María Corina Machado con la supuesta alteración, incluyéndola en una investigación. Persecución permanente.
Las boletas oficiales no aparecieron ni van a aparecer, porque, tal cual surge del alrededor del 75% de las copias oficiales que rescató la oposición, la victoria de Edmundo Gonzáles fue arrolladora.
Lo que muestre en adelante Maduro o algún personero del régimen es falso e inválido. Los resultados debían conocerse,en su mayoría,las horas posteriores al cierre del comicio. Como sucede en todas las elecciones limpias en el mundo.
La situación es de extrema gravedad. Por el fraude, porque la Venezuela de hoy es diferente y ha perdido prácticamente todo. Sobrevive en condiciones poco humanas gran parte del pueblo, con salarios miserables, condiciones sanitarias deplorables y una corrupción que reina en todo el ámbito oficial. La gente permanece en las calles y las cacerolas suenan. El peligro de que corra más sangre esta latente.
La situación es extremadamente compleja. Los líderes chavistas y entre ellos, muchos jefes militares, deben rendir cuentas ante la justicia de sus innumerables delitos, violaciones a los derechos humanos e incluso de sus vínculos con el narcotráfico. El espanto y el temor los une en la resistencia a abandonar el poder. Sólo en el poder permanecen impunes y van a apelar a todas las armas posibles.
Los organismos internacionales, la mayoría ineficientes, deben en esta oportunidad actuar con presteza para evitar daños inmensos. El contexto regional e incluso el europeo no es tan condescendiente con el chavismo. Debe el mundo libre actuar con presteza para asegurar el reconocimiento a la voluntad popular.
Los venezolanos no aguantan más escarnio y dolor. El sufrimiento ha sido largo y doloroso. El mundo libre y democrático debe acompañarlos y ayudarlos.