Luego de la sentencia final de la Suprema Corte de Justicia de la Nación condenando a Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión, el tribunal oral que llevó adelante el juicio, le concedió la prisión domiciliaria por tener más de 70 años y porque las condiciones generales lo ameritaban.
No es una condición imperativa, sino que la Justicia “puede” otorgar esa posibilidad, tomando las condiciones especiales de cada caso. En lo referente a Cristina, personalmente, estimo bien concedida.
El envío a prisión de quien delinque tiene varios propósitos. El primero es el castigo al delincuente. También previene y protege al conjunto social de futuros delitos. La reflexión por los actos cometidos por quien delinque, para disuadirlo de reincidir en conductas ilícitas es otro objetivo, como la posibilidad de reinserción social, una vez pagada su deudas con la sociedad.
Por último resta el propósito ejemplificador ante toda la comunidad.
Todos estos principios deben ser tenidos en cuenta cuando se otorga prisión domiciliaria. No está aconteciendo con Cristina ni tampoco con José Alperovich, dato al márgen.
Nos centramos en Cristina, no con un afán de persecución o de causarle daño especial, sino por una razón de estricta justicia.
Es una delincuente con sentencia firme y el juez Jorge Gorini quien tiene a cargo las condiciones de cumplimiento de la sentencia, parece no haber tomado cuenta de su responsabilidad y la forma en que lleva sus días la ex vice presidenta.
Se nota un libre albedrío en la cantidad de personas que se introducen en su departamento, en el uso por su parte de las redes sociales para emitir consignas políticas, aleccionar a su militancia y opinar sobre todos los aspectos de la realidad nacional e internacional.
Se permite saludar desde el balcón a militantes que se acercan a vivarla, brindando incluso pasos de baile en ocasiones y en oportunidades especiales la esquina de San José 1111 es lugar de celebraciones especiales partidarias. En la vía pública el humo de los choripanes, el sonido de bombos e instrumentos musicales, los cánticos y las bebidas para la ocasión, abundan, para beneplácito de los vecinos.
Siempre con personas que en el interior de la vivienda filman y fotografían su actuación pública. Todo perfectamente armado y a su voluntad.
Ultimamente recibió a nueve (9) economistas, como si estuviera en el Instituto Patria. Insólito.

¿Que tiene esto que ver con el carácter de presa de Cristina?
Su conducta es una burla a la sociedad entera que transita en vivo y directo una situación totalmente anómala. También para los reos que cumplen su condena en los establecimientos carcelarios. Afecta y enfrenta también a la Justicia, exhibiendo desenfado y despreocupación en cumplir las condiciones de presa domiciliaria. Su habitual sentido de impunidad.
Por razones de estricta justicia, sin ningún interés en cercenar ningún derecho humano personal de CFK, el juez Gorini debe asumir su responsabilidad y efectivizar el cumplimiento concreto de las condiciones en que , Cristina, en su condición de rea condenada, debe cumplir su prisión domiciliaria. Sólo eso, ni más ni menos.
Debe poner límite y fin a los excesos indebidos. Será Justicia, como terminan sus escritos los abogados.





