El título parece definir una contradicción evidente. En el transcurrir de la nota justificaremos su sentido. Se trata de Alberto Fernández, el desdibujado presidente puesto a dedo por Cristina Fernández de Kirchner y que hoy, en los últimos meses de su mandato, aparece como el peor mandatario del período democrático nacional, como ya lo definen varios analistas y a su vez, luce vencedor frente a los propios que lo hostigaron, demolieron y lo volvieron insignificante desde el comienzo de su gestión.
El grave problema es que en el medio de este aquelarre está la Argentina, todos nosotros, impávidos, sufrientes millones y también de algún modo “culpables”. El engendro cristinista no surgió de la nada; lo avaló el voto mayoritario y el silencio resignado.
Resignación
Pocas voces ciudadanas se oyeron y oyen en medio del descalabro. La legítima protesta y disconformidad pública democrática no se han hecho presentes con frecuencia. La resignación cívica será motivo de otro análisis.
Alberto, en su derrota como presidente, deja datos objetivos que lo certifican con contundencia.
El país se encamina a tener la tasa de inflación más alta de los últimos 30 años, con la pobreza en índices superiores al 40%. Comienzan a aparecer indicadores de estancamiento e incluso descenso en los índices de actividad económica. ¿Estanflación?
Millones de argentinos forman la legión de asistidos por planes sociales y forman parte de familias donde hasta tres generaciones no han estudiado ni tenido trabajo formal. Una verdadera tragedia.
El crash educativo ha hecho que el 60% de los niños de cuarto grado no puedan comprender ningún texto. Abundan en los feudos provinciales y en el Conurbano maestros militantes con su mayor afán puesto en trasladar” el relato oficial”a los jóvenes alumnos. Prevalece la ignorancia.
La inseguridad atraviesa todo el país y en ciertos lugares convierte la vida en un suplicio, léase Gran Buenos Aires, Rosario y las zonas circundantes a las ciudades más grandes y populosas.
Gran cantidad de jóvenes ya emigraron, incluso familias enteras, mientras otro tanto están en los aprestos previos. No avizoran ningún futuro.
Argentina en política exterior esta alineada con los países más rechazados por el mundo libre. Irán, China, Rusia, Venezuela, Cuba y Nicaragua son compañeros elegidos de ruta en el mundo actual. Se deben agregar el Brasil de Lula y el Méjico de López Obrador. Alejados del mundo lógico y con instituciones democráticas más estables.
Alberto y su gobierno lo lograron. La derrota está concretada y prevalece ostentosa.
Sin embargo,al interior del Frente de Todos que lo ungió presidente a través de la genial idea de Cristina, su victoria, su triunfo es glamoroso.
Aparte previo: es imprescindible evaluar las genialidades impuestas por Cristina en su exclusiva selección de personajes en puestos importantes: Amado Boudou, ministro y vicepresidente. Aníbal candidato a gobernador por la provincia de BsAs. Kicillof ministro de Economía. Zanini como candidato a vice de Scioli presidente! Y la frutilla del postre, Alberto presidente. Bingo.
Retornemos a las victorias albertistas: “ La venganza es el placer de los Dioses” reza el aforismo. Desde el infierno del desprecio y la humillación, Alberto está vendiendo cara su derrota. Cristina,salvo un giro de 180 grados( nada es imposible en ella), bajo el falso pretexto de la proscripción,está fuera de la candidatura al premio mayor. Alberto y su pésima gestión, lo hicieron. Derrota muy probable en caso de presentarse. No conveniente. Sumaría una a un historial que se agranda.
Massa navega en la tormenta económica agravada por él y sin aparente capitán que lo reemplace. Sería el naufragio total. Intertanto su candidatura presidencial no está asegurada, es más descendió su posibilidad. Alberto disfruta.
Wado, señalado por la Señora como parte de la “generación diezmada” entusiasmó al grupo del ministro. Es”el elegido”. Veremos, no todo está terminado, falta bastante para Wado, que también es señalado para la gobernación de la provincia de Bs As. ¿Y Kicillof? Se aferra a la reelección, pero Máximo, La Cámpora y varios operadores, ante el alto nivel de desconocimiento de Wado y el ninguneo al siempre dispuesto Scioli, presionan al gobernador para que vaya por la presidencia.
Hay que pasar las Paso, que Alberto empuja, mientras se divierte con los enredos que provoca su obstinación vengadora, entre todos los que quieren ser.
Es más, desvirtuó la teoría de los tres tercios de Cristina. “Con esa idea se pierde” señaló.
El objetivo de Cristina y los ultra es evitar las Paso albertistas. El dedo de la Señora debe decidir. ¿Y Massa, Scioli y hasta Grabois? El poder de Cristina es superlativo, y seguramente obviara esa instancia, pero mientras tanto Alberto saborea sus triunfos transitorios.
Lo grave es que su estrepitosa derrota englobó a toda la Argentina. Triunfos pequeños y aparentemente efímeros ante una derrota colosal que nos enmarca a todos.