Inédita en la historia de EEUU resulta la situación en que se encuentra Donal Trump. Enfrenta cuatro cargos penales en distintas ciudades del país del norte, mientras busca recuperar la Casa Blanca. Y con posibilidades ciertas.
Ayer en Atlanta, estado de Georgia se convirtió en el primer ex presidente de la historia de Estados Unidos en recibir una foto de prontuario. Permaneció 20 minutos en la prisión superpoblada, conocida como Rice Street Jail y se le adjudicó el número de preso P01135809 y junto a 18 acusados más, entre los que se encontraba su ex abogado y ex alcalde de New York, Rudy Giualiani, se le tomaron las huellas dactilares.
Consiguió libertad fajo fianza de 200.000 dólares abonada por una compañía privada de bonos, más el cumplimiento de otras obligaciones. Se lo acusa de intentar ilegalmente obtener la anulación del resultado de las elecciones de 2020.
Una llamada telefónica al secretario de Estado republicano fue clave. En ella le pidió” que lo ayudara a encontrar 11,780 votos para él”. Con ello revertiría su derrota en Georgia ante Joe Biden.
Pese a todas las causas en su contra, ésta y la de la incitación a tomar el Capitolio de extrema gravedad institucional, Trump aparece como el republicano ampliamente favorito como candidato presidencial. Y las encuestas frente a un Joe Biden que aspire a su reelección también le favorecen.
Extraña simbiosis de un país que hacía un culto a la institucionalidad y a la división de poderes. Trump por tweet( luego borrado) alentó la toma de la casa del pueblo, el Capitolio, sitio donde delegan su poder en los representantes electos, los ciudadanos americanos
Impensado y síntesis de una grieta profunda que cruza al país del Norte. Fanáticos trumpistas cada vez más enfervorizados aumentan su apoyo y confrontan duramente con quienes repudian la conducta de Trump. Es a todo o nada. Sin matices. Persecución injusta o afirmación de cometer delito. Sin dudas.
Multiprocesado con posibilidad de condena y favorito a volver a la Casa Blanca. Contradicción y decadencia.