En los últimos días, extrañamente, por parte de todos los sectores políticos, especialmente desde Juntos por el Cambio, hay una pulsión cuasi obligatoria para la imperiosa necesidad de pronunciarse todos los ciudadanos, acerca de no ser neutrales. Se les exige con imperatividad a todos a tomar partido por algún candidato.
Se han sumado al mandato prácticamente impuesto, “atento a la urgencia por la gravedad de la situación nacional”, periodistas de diversos medios que demandan con fruición la misma conducta por parte de todos los ciudadanos. Muchos de estos periodistas se rasgan diariamente las vestiduras con apelaciones al valor de la libertad en nuestro sistema democrático republicano, debilitado ciertamente en la práctica.
¿Y entonces? La libertad pasa a ser un valor relativo según las posturas ideológicas y las necesidades electorales de partidos, agrupaciones y posiciones de periodistas o medios de comunicación.
La libertad ciudadana para decidir su voto es absoluta y no puede ser coartada ni influenciada obligatoriamente por nadie. Cada ciudadano debe ser neutral, optar por quien quiera, votar en blanco o ausentarse de las urnas. Su conducta será valorada sólo por su propia conciencia.
Nada ni nadie debe tener ni ejercer presiones macartistas para que electoralmente se satisfagan consejos,posturas o necesidades de interés de partidos o frentes políticos o las creencias o intereses de medios de comunicación o periodistas puntuales. Ángeles si se pronuncian, demonios si no lo hacen.
Inadmisible en democracias republicanas representativas.