Fue una novela prolongada innecesariamente en el tiempo. Apañado por miembros políticos del Consejo de la Magistratura y algunos jueces afines, integrantes del mismo Consejo varios y con clara actitud corporativa otros,luego de años de demoras, chicanas, presiones y omisiones, el ex juez federal de Mendoza con competencia electoral, Walter Bento, con el voto afirmativo de 6 de los 7 miembros del Consejo, fue destituido por mal desempeño y falta de decoro en el ejercicio de sus funciones.
En paralelo y en Mendoza, el abogado Bento está sometido a juicio oral por numerosos delitos, entre ellos jefe de una asociación ilícita, cohecho pasivo( coimas), lavado de activos, enriquecimiento ilícito, prevaricato en calidad de autor, retardo de justicia y falsedad ideológica.
Con su destitución el ciudadano Walter Bento quedó privado de su libertad.
El caso Bento ha sido tortuoso, intrincado, muy complejo y dejando a la luz miserias del mismo ex juez, de algunos colegas, abogados, comunicadores profesionales y el silencio y apartamiento de prácticamente toda la política mendocina. De eso mejor no hablar para los políticos de Mendoza antes. Apartado, se empiezan a sentir las primeras voces. No demasiadas.
La conducta ilícita del ex juez Bento era un secreto a voces en gran parte de Mendoza y conocida por la totalidad del ámbito jurídico y judicial.
Presuntuoso, soberbio, prácticamente intocable, increíblemente ostentoso, Bento por su poder e influencias, incorporó al ámbito judicial federal a sus dos hijos abogados y a su esposa. Sin límites, toda la familia integrada a la “familia” judicial federal. Lo más grave es que los incluyó también en su raid delictivo.
”Señor Doctor juez federal” era la forma en que demandaba se le dirigiera la palabra por la mayoría de los mortales. Trato más íntimo y servicial de su parte tenía con “pocos elegidos poderosos”. A su servicio. Su vida social era prácticamente nula en Mendoza. Todo lo contrario a su pulsión en viajar al exterior, con Miami como preferida y luego la ciudad de Las Vegas.
Detalle revelador: era media mañana y sonó mi celular con número desconocido. Al atender, la presentación:”Soy el juez federal Walter Bento, necesito hablar con Ud”. Ante el tenor de la llamada, la cita se formalizó para las 14 horas en un hotel céntrico. Un poco demorado, se hizo presente portando un expediente.
Luego de los saludos y formalidades de rigor, la sorpresa: ”Mire si de lo que tengo en este expediente se entera algún periodista como….( me citó dos o tres nombres). Sería muy inconveniente para Ud que se hiciera público”.
Sorprendido, pero tranquilo le expresé: ”Puedo ver el expediente”. Solícito me lo entregó. Como se leer la carátula de los expedientes, inmediatamente por el número de DNI me di cuenta que el demandado no era yo. La causa era intrascendente, pretensión de cobro de honorarios por un abogado recaudador de la Afip. No tuvo buen resultado quién demandaba.
Impactante el primer contacto de toda forma con el ex juez federal. ¿Tentativa de extorsión se llama esto? La cita fue sin ningún testigo ni personas próximas.
En el mundo de los abogados y en el ámbito judicial era vox populi la conducta de Bento.Todo soterrado, nadie alzaba la voz.
A Diego Aliaga, asesinado, primero lo domó procesándolo y hasta lo condenó. Luego lo cooptó y lo hizo su punta de lanza con contrabandistas, narcos y lavadores. Buscó abogados colaboradores y lideró la asociación ilícita. Equipo completo.
Se dio el lujo de dictar fallos de extrema gravedad, sin competencia y a una distancia de 1.000 km de su jurisdicción. Revocado el disparate jurídico y sometido a pedido de juicio político por la barbaridad cometida, manos kirchneristas amigas y parte de la corporación judicial, estuvieron prestos para ayudarlo.
Intertanto, con asiduidad disfrutaba de su departamento en Sunny Isles de Miami Beach, en el edificio Oceanía 2, frente al mar. Alternaba con viajes a Disney, donde su hijo con capacidades diferentes disfrutaba. Le dedicó siempre especial atención a ese hijo, con amor y cariño ciertos y evidentes. Lo miserable fue presentarlo en persona durante su defensa en el Consejo de la Magistratura.
También fruto de su ambición desmedida y conducta delictual fue involucrar al resto de sus hijos y a su esposa en su accionar. Todos condenados al escarnio público y también procesados penalmente y apartados de la justicia los dos abogados.
Las Vegas también le atraía. La “ciudad del pecado”, así denominada por el juego, ofrece shows y conciertos por parte de los mejores artistas y cantantes mundiales. Amaba estar presente en esos espectáculos. Lo mismo con vuelos privados y viaje de placer a Punta del Este con el propietario de un casino en Mendoza. Hedonismo perdedor. Muy difícil de justificar el costo de esos viajes y la conducta proba de un juez. Tampoco su adicción a los autos de lujo. Todo expuesto.
Párrafo aparte merecen los dos abogados defensores del ex magistrado. Mariano Cúneo Libarona fue el primero. Avasallante, soberbio y calificador se presentó. Aseguró la inocencia de su defendido, descalificó por cuasi ignorante jurídico al fiscal acusador y definió a Mendoza y su justicia como el Far West, el Lejano Oeste. Justamente él que fatiga los pasillos “impolutos”de Comodoro Py y le encandilan las cámaras de TV. Olfateando derrota y con demora en cobrar sus suculentos honorarios en dólares se apartó en silencio y sin volver a Mendoza. Quedó como un guapo de palabra.
Fue el turno de Mariano Fragueiro Frías. Cambio de estrategia, menos soberbia y énfasis en darle carácter político a la “persecución” a Bento, en una conjunción de intereses en quedarse con el juzgado federal con el apoyo de un medio digital “macrista”, Mdz( textual de Bento). Mentiras a diestra y siniestra. Todo falso, simplemente se juzgaba la conducta impropia de un juez en el juicio político y la presunción de haber cometidos numerosos delitos en el juicio penal.
También intento de lavar la imagen pública del imputado en medios y con periodistas nacionales. Eduardo Feinman, Jorge Fontevechia, Baby Etchecopar algunos de los elegidos. Extraño en ellos. Generación de humo inconducente y no apegado a la verdad. Fracaso en el juicio político finalizado.
Walter Bento no es más el señor doctor juez federal. Espera por ahora la sentencia en el juicio oral al que está sometido. Probablemente deba habitar una de las celdas a las que envió a tantos procesados. Según se le imputa, a varios de ellos para extorsionarlos.
Un tiro para el lado de la Justicia.