Batalla, definición según la RAE, en su segunda acepción para evitar toda alusión a una cuestión bélica: “Acción o conjunto de acciones ofensivas encaminadas a la obtención de un objetivo”.
Es la acción conjunta a llevar en paralelo a la ciclopea tarea reconstructiva que requiere el ámbito económico, social, institucional, inmensamente degradado en el país.
Es la batalla cultural para poner nuevamente en valor conceptos perdidos, tergiversados o reemplazados, que en su momento habían colocado a la Argentina entre los países relevantes del mundo.
El actuar en el marco de la ley, el aliento al esfuerzo individual y colectivo, el reconocimiento al mérito y al espíritu emprendedor, respetando las libertades individuales y el derecho de propiedad en el marco de la República Democrática, requiere de un esfuerzo constante y persuasivo para ser restaurado.
Las ideas instauradas por la denominada Generación del 80, que trajeron progreso y movilidad social en un amplio marco de libertad, a partir del golpe de 1943, mutaron en ideas pseudo nacionalistas que dieron inicio a un largo y penoso proceso de imposición y sustento de ideas y cultura corporativa, oscilante entre extremos de derecha e izquierda. Nazi fascismo y marxismo, en simultáneo incluso, pujaron hasta prevalecer para imponer sus ideas y el control del poder.
Desde la Liga Patriótica y el grupo Tacuara, hasta Montoneros, el ERP y otras facciones de ultra izquierda, para culminar en un sistema de populismo autoritario, amplificado en un relato falaz y un fanatismo ciego, cancelador de toda opinión disidente promovedora de una República democrática que sustente a una sociedad viva, autosuficiente y progresista.
La pasividad, el desdén, el garantismo delictivo, el convivir y en muchos casos aprovecharse de la corrupción reinante y la falta de compromiso individual y colectivo, llevaron al país hasta el lamentable estadío actual.
La decadencia continua, los elevados y dolorosos índices de inflación, pobreza e indigencia, la degradación educativa, la vida insegura continua, entre otras calamidades, requieren de una convencida, sostenida y continua “ batalla cultural”.
Es necesario e indispensable reconstruir el camino de la virtud y la razonabilidad, en pos del reencuentro con un estado democrático, que genere valores y riquezas colectivas.
Hay que reintegrarse al mundo occidental libre y apartarse de la cercanía de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, China, Rusia.
La educación es clave en esta batalla cultural. A partir del año 2003 se malversó la historia nacional. Ideas prevalentes de una gesta liberadora sustentada en un supuesto socialismo nacional, liberador del pueblo de un”imperialismo capitalista expoliador”, amparado en una justicia cómplice y una seguridad represiva, mutaron en una justicia militante y una política de seguridad permisiva.
La delincuencia es “víctima” de una sociedad opresora que inexorablemente arroja a la reparación a través del delito. Eugenio Zaffaroni propagó su cancelación de la ley penal entre profesores universitarios, jueces y fiscales. Delincuentes víctimas no victimarios.
Adoctrinamiento a través de bibliografía expresa, militancia de maestros y profesores y permisividad extrema sin ningún tipo de valuación o exigencia de aprendizaje. Preferidos ignorantes y adoctrinados. Todo acompañado por la programación de canales públicos. Difusión masiva de relato falaz, supuestamente progresista.
Con constancia y convicción se debe emprender la tarea reconstructiva en el ámbito educativo para torcer el erróneo camino cultural emprendido e impuesto durante tantos años.
Es la lucha por ideas republicanas, democracia representativa con más poder a los ciudadanos, respeto a la propiedad privada y educación en las ideas de libertad, amplitud y tolerancia. Sin extremismos ni dogmatismos. Sin la cancelación de figuras como Julio Argentino Roca, el maestro de maestros Domingo Faustino Sarmiento y hasta las ideas de Juan Bautista Alberdi.
Respeto a la opinión disidente y reconocimiento al esfuerzo, el emprendedurismo y el mérito. Énfasis en ciudadanos libres, responsables, solidarios y comprometidos en los valores democráticos.
Las acciones objetivas encaminadas a la imprescindible tarea de “cambio cultural” son perentorias, van a llevar tiempo y sustento en convicción férrea y mucha persistencia. Son necesariamente impostergables.
MANOS A LA OBRA.