Los Juegos Olímpicos cada 4 años entusiasman a miles de millones de espectadores que disfrutan las diversas, algunas poco populares y hasta desconocidas disciplinas deportivas. Este año París no fue la excepción.
La gala inaugural, celebrada en el río Sena que atraviesa la ciudad, con espectáculos en sus puentes, escalinatas y tejados, fue objeto de muchos elogios y también de críticas por parte de medios de comunicación y la Iglesia, por el pasaje dedicado a La Última Cena, donde la Conferencia de Obispos de Francia señalo que “ desgraciadamente incluyó escenas de burla al cristianismo”. Numerosos usuarios de redes sociales expresaron sus críticas y descontento a través de ellas. El “wokismo decadente” resumió uno de ellos.
Líderes mundiales en general la celebraron y pese a las desaveniencias, París mostró la ciudad Luz, su gente y su cultura en todas sus variantes. Lady Gaga homenajeó al típico cabaret parisino y el final de Celine Dion, luego de un impresionante espectáculo de luces en la Torre Eiffel, pese a su enfermedad de persona rígida, fue apoteótico.
Este fue el marco inaugural que dio inicio al desempeño de la delegación argentina.
Lo visto hasta ahora y los resultados obtenidos son una confirmación de la decadencia y el estado en que se encuentra el deporte nacional.
No debe sorprendernos. Es la consecuencia lógica y natural de la catástrofe económica, social e institucional que atraviesa desde largo tiempo atrás el país.
Es posible que el final de los Juegos parisinos refleje la menor cosecha de medallas de los últimos tiempos. Quedan pocas esperanzas en revertir un sino que parece inmodificable. Pueda que la realidad tuerza el destino previsible.
El deporte y su rendimiento reflejan la realidad de la decrepitud que atraviesa el país.
Una Nación quebrada económicamente vuelca escasos recursos a la práctica deportiva en general y esto se concretiza in extremis en los deportistas de alto rendimiento. Instalaciones precarias, semi derruídas son el ámbito físico donde deben entrenarse. Mensualidades magras, vergonzosas se les aporta para que puedan dedicarse full time a entrenarse. Escasa participación en competencias internacionales y entrenadores y preparadores sin capacitación permanente completan el cuadro desolador.
El resultado está a la vista. La mayoría de los participantes nacionales son eliminados en la primera vuelta. Incluso, en esta ocasión, decepcionaron deportes en los que se habían puesto esperanzas.
El rugby seven, de excelente desempeño durante todo el año, defeccionó en la instancia olímpica. Se esperaba un desempeño similar e incluso superior al tercer puesto logrado en los últimos juegos. La séptima ubicación conseguida fue frustrante.
El equipo de fútbol, dirigido por Javier Mascherano, repitió su bajo nivel de las competencias previas. Eliminado en cuartos de final.
El basquet, que con la Generación Dorada nos llenara de gloria, títulos y una medalla de oro, en ésta ocasión no pudo atravesar la ronda clasificatoria. Frustración inmensa. El boxeo no tuvo ningún representante. El nivel del atletismo mundial es demasiado exigente para nuestros representantes. La natación lo mismo.
Queda la esperanza del hockey masculino y femenino y poco más.
Honor y gloria para para José “Maligno” Torres, medalla de oro en bmx free style masculino. Hay que destacar los diplomas olímpicos obtenidos por Julián Gutierrez en la prueba de rifle de aire 10 metros en tiro por su octava colocación y también el de Matías Dell Olio por su octavo puesto en Stakeboarding. Todo lo conseguido hasta ahora.
El deporte en general que colabora fundamentalmente en la formación de jóvenes sanos física y espiritualmente, les inculca valores de vida importantes, los induce a poner voluntad y espíritu superadores y premia la constancia, el esfuerzo, la dedicación y el sacrificio con sentido; requiere de mayor compromiso y apoyo cuando se trata del deporte de alto rendimiento.
Los estados invierten en infraestructura, equipamiento, instrumentos de última generación,alimentación excelente y apoyo médico, capacitación constante de entrenadores de elite y participación en competencias por todo el mundo, para formar atletas de alto nivel. También se requiere tiempo y paciencia para ir mejorando y obteniendo logros.
Es un camino largo, permanente y que cuando llega a buen término rinde frutos sobre toda la estructura social del país. Los ciudadanos sienten orgullo de sus representantes y estos, a su vez, actúan como motivadores de miles de niños jóvenes que anhelan imitarlos. No se trata sólo de lograr triunfos, sino de la posibilidad de ser competitivos y no sufrir el dolor constante de la decepción y la imposibilidad de competir.
Atletas completos modelan mejores personas que a su vez son ejemplos para sus compatriotas. Sus valores se completan cuando son equilibrados en triunfos y derrotas. Ni exultantes en demasía cuando vencen ni deprimidos cuando son superados.
El estado crítico de la Argentina es el basamento de la pobre perfomance olímpica. No se podía esperar otro desempeño.
La reconstrucción económica, social y de valores e instituciones sólidas, es imprescindible para comenzar a transitar el camino virtuoso para conseguir atletas de alto nivel competitivo. Ellos actuarán como una fuerza movilizadora que induzca a miles de argentinos a emularlos e introducirse, cualquiera sea su nivel, en el maravilloso mundo deportivo, impulsor de mejores seres humanos.
Hay que emprender el camino lo antes posible.