Estupefactos, dolidos, asombrados, enojados, hartos, cansados, decepcionados. Estas son sólo algunas de las palabras que pueden definir el estado de ánimo en que millones de argentinos transitan estos días.
El presente episodio lascerante de la catástrofe nacional, es el escándalo que envuelve al último presidente kirchnerista alrededor de la investigación por el tema seguros, de la que emergió la denuncia por violencia física y psicológica contra su ex esposa.
¿Será el punto final de la tragedia económica, social, institucional y moral en que nos ha depositado el populismo autoritario kirchnerista en los últimos 20 años, despreciando todo valor de ética, capacidad y responsabilidad en el ejercicio del poder?
La degradación total, adherida y aceptada durante largo tiempo por millones de compatriotas, sin cuestionamiento ni interrogante alguno, ha permitido dócilmente la llegada y el ejercicio del poder por cualquier aventurero o incluso delincuente, sin mérito, antecedentes o capacidades conocidas.
El valor de servir al pueblo despreciado. Todo disponible y a disposición de compañeros, amigos, amigotes y a su servicio. La antítesis del verdadero servidor público. Desde la presidencia de la Nación hasta los estamentos más bajos del poder, luce reinante y rampante una degradación institucional completa.
Un punto de partida básico para el escenario descripto ha sido el desprecio por la educación y el mérito. Cuantos más argentinos ignorantes y despojados de todo anhelo de mejora y capacitación, mejor. Manipulables y dependientes.
El mérito discrimina. La capacidad no es importante. Por el contrario, el conocimiento ilumina y es peligroso porque habilita el pensamiento crítico. El espíritu de servicio del funcionario público es una rémora del pasado. Ocupar un lugar público es una oportunidad personal y no un compromiso ético con la sociedad.
El último regodeo visual de un presidente “galán” auto filmándose es el sótano de la degradación moral e institucional. Un video en colores que enmarca la investigación sombría de la presunta corrupción alrededor de los seguros intermediados por brokers amigos.
En los últimos tiempos han prevalecido la corrupción, la incapacidad, el relato falaz y el desprecio por el esfuerzo , la eficacia y la eficiencia. Prevalecientes; la picardía criolla y el puro ser argento. Somos los más vivos y por ende, ante nuestra mirada atónita y permisiva, quienes nos gobiernan se apropian de todo lo público.
El esfuerzo reconstructivo será inmenso, largo y costoso.¿Estamos dispuestos ha afrontarlo? El anestesiamiento colectivo, la permisividad silente, la naturalización de lo delictual e inmoral, deben ser reemplazados por una actitud y comportamiento colectivo demandantes de conducta intachable, compromiso de servicio y gestión eficaz y eficiente en la función pública.
La política debe volver a ser una actividad donde reine la vocación de servir al pueblo con capacidad, esfuerzo y probidad.
El despropósito y el daño general producido durante tanto tiempo es, pese a la adversidad de encontrarnos entre los escombros, la oportunidad y el tiempo de iniciar la dura labor sanadora que nos demanda el país.
Urge comenzar la tarea. Con fe, inteligencia, compromiso patriótico, sin desmayos y con profunda convicción democrática, sin recelos, odios ni revanchas, pero con justicia.