El domingo pasado, Gimnasia de Mendoza, el Lobo del parque, desperdició una bala de plata. Esas que son escasas y se disponen muy de vez en cuando, incluso nunca.
A un partido único, ante San Martín de San Juan para ascender a la Liga Profesional, la máxima categoría del fútbol nacional, el equipo mensana tuvo un desempeño pobre, totalmente alejado de la exigencia. La derrota dolió fuerte en el pueblo gimnasista.
Precisamente de la hinchada gimnasista se trata esta nota. Dos consideraciones a tener en cuenta:
1) Los 33: desde tiempo atrás, en forma de sorna e incluso despectivamente, especialmente desde su archirival, Independiente Rivadavia, se señala que los simpatizantes del Lobo son escasos, incluso le pusieron diminutivamente un número; 33.
La hinchada brava de Gimnasia lo tomó y en cada partido despliega una bandera inmensa identificatoria con la frase; Los famosos 33.
2) Suceso luctuoso a principios de temporada: el año deportivo comenzó de la peor manera para Gimnasia.
En el primer partido de local, ante Defensores de Belgrano, en la previa y en las cercanías del estadio, hubo un grave enfrentamiento entre “ pesados” de la barra brava, con el saldo de una muerte, aún no esclarecida.
Pese al hecho terrible, el espectáculo, insólitamente debía continuar y el partido se disputó en un ambiente sombrío con derrota incluida. Las amenazas de vendetta fueron inmediatas. Incluso a los dos meses, en un encontronazo en el barrio San Martín hubo otra muerte, atribuida al suceso acaecido en la fecha inaugural.
A partir de ello, presuntamente por prevención y para evitar represalias, la tribuna popular se vació. Había que cuidar la vida.
El Lobo disputó todo el torneo prácticamente con las tribuna popular y la de la cabecera norte con escasa presencia alentadora. Panorama triste. Recién en el último partido de local, frente a San Martín de Tucumán, se pobló el estadio.Lleno y con ambiente de fiesta.
Adhesión inmensa y fin de leyenda
Córdoba, cita del partido definitorio, fue testigo de la presencia masiva, entusiasta y fervorosa del pueblo gimnasista.
La hinchada se hizo presente, miles se trasladaron a la provincia mediterránea, por todos los medios posibles, aún algunos sufriendo la habitual incompetencia de Fly Bondi, que suspendió un vuelo programado y obligó a esfuerzo adicional a más de 50 hinchas para acudir a la cita.
Cuando en la tribuna popular asignada a los simpatizantes blanquinegros, se desplegó la bandera Los famosos 33, explotó una fiesta de cánticos, saltos y emociones, que incluso opacó y silenció la también numerosa y fuerte hinchada sanjuanina. Sorprendidos.
Alrededor de 10.000 hinchas, portando banderas blancas y negras, que aparecieron sorpresivamente y se repartieron rápidamente, brindaron un espectáculo digno de contemplar, fervoroso y acalorado.
Mientras las autoridades ampliaban el pulmón habitual para separar a las hinchadas, para dar cabida a la numerosa gente mendocina que se amontonaba, se observaban familias enteras, con abuelos, hijos y nietos vestidos de gimnasistas. Mucha presencia femenina, alegre y también esperanzada.
Gimnasia puso gente y fiesta previa. Mucha gente, mucha más de la que había acompañado al equipo durante el año, con fervor ordenado, cantando y apoyando todo el partido, aún con la derrota consumada. Sepultados los 33. Fueron miles.
Finalizado el partido, apesadumbrados naturalmente, pero calmos, se retiraron en masa y sin provocar ningún disturbio. Tristeza, sin bronca ni violencia.
.La hinchada estuvo a la altura. Concurrió masivamente, sorprendiendo a propios y extraños. Son muchos los gimnasistas de corazón, que alentaron, apoyaron y dieron el presente a un equipo desvaído y sin alma.
Los 33 queda en el pasado como una anécdota humorística y despreciativa, de las hinchadas contrarias, especialmente de la leprosa.
Los fanas gimnasistas son miles, muchos miles y están, alejados de la violencia y de la muerte. Acompañan y apoyan. Así debe ser.
Chau 33, bienvenidos miles.