En el inmenso torbellino diario nacional, haremos reflexiones acerca de tres cuestiones del devenir político actual, por su trascendencia e interrelación.
Pacto de Mayo: demorada su firma por el tropiezo inicial de la Ley Bases y el paquete fiscal y su consecuentes cambios, reducción y arduas negociaciones durante el tránsito por Diputados y Senadores, el 8 de julio fueron promulgadas por el Poder Ejecutivo y comenzando el día conmemorativo de la declaración de la Independencia, se realizará la ceremonia formal de la suscripción del Pacto en la ciudad de Tucumán.
En julio lo que debía ser en mayo. En Argentina se consigue.
La convocatoria amplia del presidente se ve reducida por obvias diferencias políticas, por recelos, intereses contrapuestos y especulaciones y también por la permanente actitud nacional de oponerse o no ser parte, independientemente del análisis objetivo de si la cita es valiosa o no.
Los gobernadores K naturalmente no iban a ser parte. El vario pinto grupo de Miguel Pichetto también decidió no estar presente, al igual que la disminuida pero activa Coalición Cívica de Elisa Carrió. La CGT también le hizo el vacío a la convocatoria. “Para ir a una foto no tiene ningún sentido” definió el triunvirato mandante.
Los miembros de la Suprema Corte de la Nación tampoco darán el presente. El partido disputándose “Ariel Lijo miembro cortesano” está en juego.
También resultan concluyentes en extremo, ciertos análisis de periodistas independientes, normalmente objetivos y acertados en sus opiniones, en esta ocasión excesivamente demandantes para lo que puede y debe ser el Pacto de Mayo.
Los seis tumultuosos primeros meses del gobierno libertario, provocaron concesiones, vueltas atrás y modificaciones y cesiones de sus concluyentes apreciaciones primigenias, las que se vieron reflejadas concretamente en el decálogo del Pacto. El supuesto contrato de adhesión original sufrió variantes y cambios impuestos por las circunstancias, tropiezos y restricciones del paso del tiempo.
Trascendente la inclusión en el punto cuarto de la educación, obviada en su redacción original. También importante la reforma de la ley de coparticipación federal, “ para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual que padecen las provincias”. Este cambio es esencial para la Argentina.
Se tuvo que retirar la reforma política de los 10 puntos, para ser planteada a posterior por ley.
Hay en el Pacto a suscribir, muchos puntos de importancia trascendental, obviados por el devenir alocado e incluso destructivo de la realidad política nacional de los últimos años.
No son postulados a implementar ni de cumplimiento inmediato y obligatorio. Se trata, a contrario sensu de lo que sugieren o definen algunos sectores políticos, intelectuales, empresarios y también periodistas, de puntos bases para ser analizados y discutidos en el futuro, en pos de un acuerdo mayoritario consensuado.
En caso de lograrse esos acuerdos, luego de establecerse un cronograma de trabajo cierto y concreto, se llegaría a un Pacto transformador, fruto de consenso luego de una discusión amplia , positiva , comprometida y de buena fe.
Recién en esa instancia se arribaría a buen puerto, concretando en redacción final acordada, una declaración que de base a principios fundamentales a respetar en el futuro, cualquiera sea el gobierno de turno.
Lo resuelto en conjunto y acordado, sería mandante sin exclusiones ni límite alguno para todo gobierno por venir.
Atento a la realidad, resulta excesivo esperar o demandar más de lo que el Pacto de Mayo puede ofrecer en las circunstancias políticas actuales, incluso aquello que pretenda el gobierno libertario.
Es lo que la actualidad política y la realidad real ofrecen y no es poco. Valga como ejemplo el detalle de la boleta única de papel, tan demandada, aprobada en Diputados y detenida por imperio de la voluntad de Cristina hace dos años en el Senado. Urge su aprobación para terminar con el fraude electoral y ahorrar millones de pesos en impresión de boletas innecesarias.
El gobierno debe presentar con rapidez, un marco y sistema adecuado de debate y análisis de los 10 puntos del Pacto. Su acuerdo y firma son necesarios y prioritarios.
Mauricio y el Pro: mucho se ha discutido y analizado acerca del manejo al interior de Pro de Macri, luego de acceder nuevamente a la presidencia del partido.
No parece desatinado el camino emprendido por Macri. La posición del Pro quedó en situación muy precaria luego de la última elección. El más comprometido de todos los partidos, luego del triunfo de Milei.
Cercanos en muchas ideas y valores a LLA, su destino queda ligado al gobierno tanto si este tiene éxito como fracaso. En el primer caso, los votantes Pro que apoyaron a Milei, seguirían direccionados en el mismo camino, abandonando al partido amarillo.
En caso de fracaso de Javier Milei , por la proximidad de ideas al libertario, las consecuencias negativas lo arrastrarían inevitablemente al Pro. Es perder o perder.
Debe el partido nacido en la ciudad de Buenos Aires construir política y manejarse con fina habilidad y extrema practicidad e inteligencia para conservar identidad propia y sentido de adhesión y permanencia de sus votantes. La idea de Patricia Bullrich de fusión del Pro con La Libertad Avanza es absolutamente contraria a lo que piensa Mauricio y adhiere la mayoría de la dirigencia amarilla. Sería el punto final del Pro.
Postulan acompañar y adherir en lo que coinciden y consideran beneficioso para el interés general, preservando su identidad propia y también disintiendo e incluso criticando lo que no aprueban ni comparten. Una conducta acertada en ese sentido les permitiría conservar identidad propia, menguada en adhesión en la actualidad.
Proclama la dirigencia Pro convergencia en ideas con LLA, pero con una gran diferencia señalan: “tenemos experiencia y capacidad de gestión y equipos para llevarla adelante”. Hay que lograr identidad propia a toda costa.
Electoralmente está propenso el Pro a la idea de constituir alianzas en frente electoral, convergiendo con el partido libertario y demás fuerzas coincidentes, sin ser absorbido por éste ni perder su propia esencia y personería. Juntos pero no revueltos.
El camino es arduo, difícil y muy complejo. En dos años la montaña rusa nacional mutó los escenarios previos y cambió en forma sustancial el escenario político nacional.
Desapareció Juntos por el Cambio, la UCR tiene una crisis de identidad mayúscula; su presidente Martín Lousteau no es acompañado por la mayoría de gobernadores, legisladores, intendentes y dirigentes partidarios.. Lilita Carrió conduce una disminuida fuerza propia y oscila entre ser la guardiana republicana de la Nación o postularse nuevamente como senadora. Volvió a abrir su estudio de abogada.
El peronismo discute soterradamente que es. Es kirchnerismo en desgracia. Es camporismo sin las cajas. Es Kicillof y su errático gobierno bonaerense. Es la burocracia sindical o la de los barones eternos del Conurbano. Es el peronismo clásico u ortodoxo, que no se sabe tampoco que es lo que es. La izquierda menguada y tocada por los escándalos aparentes del Polo Obrero, continúa dividida.
Realidades ciertas y concretas de la catástrofe nacional. Ungido presidente un outsider de la política con dos años de inserción en la actividad pública, sin partido, sin dirigentes ni equipos y con implementación de planes sobre la marcha.
Caputo vs Sturzenegger: con rapidez y presunción de certeza indubitable, se sentenció desde la mayoría de los medios y los analistas políticos, la rispidez e incluso la inevitable confrontación entre el flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado y el ministro de Economía. Resabios del pasado gobierno de Mauricio Macri en el que se desempeñaron.
Tanto Caputo como Sturzenegger se han ocupado en desvirtuar la segura rencilla entre ambos. Veremos con el transcurrir del tiempo, aunque luce apresurado aventurar “seguras peleas entre ambos ministros”.
Forma parte también de la fruición periodística y de analistas, de anticipar sombras y conflictos por venir. Son demasiadas desventuras las que sobrellevan los argentinos como para sumarles algunas aún no acontecidas. Un poco de clemencia y compasión.